sábado, 14 de noviembre de 2009

" Conmemoración - La radio "

Podéis pensar que es un absurdo y no llevaréis razón, pero esta es la entrada número doscientos en mi vida como bloguero. No hay velitas ni cumpleaños, ni hace falta. Ya llevo casi dos años con esta aventura y no me arrepiento, son muchas las satisfacciones que me da.
Hoy he incluído posiblemente una de las mejores canciones que tengo en mis recuerdos. Os la dejo para que la disfrutéis.
Hace ya algunos días que mi mente no está muy lúcida, tengo varias historias que van y vienen pero no se quedan, alguna ya me ronda hace dos meses.
En este período involuntario he sentido algo parecido a lo que le sucedió al protagonista de " La radio ". Esta historia es verídica, la encontré en uno de esos suplementos dominicales que tanto me agobian y que poco leo.
" La radio ".
Hacía ya dos largos años que decidió cambiar de vida y no arrepentía.
Cinco años de camarero en Mallorca no le habían hecho olvidar la morriña de su tierra y su pueblo. Un mes de vacaciones al año no le sabían bastante, los olores, su casa, el poder contemplar un horizonte sin límites que sentía como suyo, el ahogo de sentirse en una isla, todo ello hizo que una noche hiciera la maleta, cogiera un vuelo con los pocos ahorros que tenía y se volviera a su pueblo de Jaén.
La única particularidad es que no dijo nada a nadie. Su madre y su hermano comenzaron a desesperarse cuando pasaban los días sin noticias suyas. Incluso fueron al programa de televisión que buscaba a los desaparecidos.
Manuel no apareció, se lo había tragado " la tierra ".
Nunca una palabra fue tan exacta para su situación.
A los pocos días de su desaparición en los cortijos que rodeaban Villacarrillo fueron desapareciendo pequeñas cosas. Alguien entraba por las noches y robaba chorizos, conservas, quesos, y hasta una radio.
En otros se perdieron navajas, platos, vasos, tijeras, e incluso cuchillas de afeitar, los candados eran forzados presumiblemente por la noche.
La Guardia Civil tendió alguna que otra trampa al " fantasma ", pero sin resultado aparente.
Los robos bajaron en intensidad: De vez en cuando alguna revista.
Hasta la fatídica noche en que cuando una sombra se disponía a salir de una especie de madriguera, dos hombres se echaron encima de él. Lo deslumbraron y descubrieron a un hombre con el pelo corto, afeitado, delgado y cuarentón.
Manuel bajó entonces a su " casa " y en ella descubrieron una habitación a veinte metros de profundidad, acogedora, perfectamente acomodada una cama, ordenados los diferentes tipos de comida, recortes de fotos en las cuatro paredes y una radio con un cable que lo conectaba a la realidad.
Cuando le preguntaron porqué había huido contestó " porque necesitaba sentirme libre ".

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