lunes, 30 de junio de 2008

La felicidad

" Hace mucho tiempo en un pueblecito de la sierra vivía un leñador muy pobre.

Ahorró algún dinero trabajando de la mañana a la noche. Cuando pensó que tenía suficiente dijo al muchacho: - No quiero que pases toda la vida siendo un pobre hombre como yo. Irás a la ciudad para estudiar “.

Su voz es melodiosa, acaricia cada palabra antes de que salga de su boca.

Pedro la oye embobado, para él es su ángel particular.

- ¿ Estás dormido ?.

.No, no podría aunque quisiera.

- Pues continúo:

“ El chico hizo lo que su padre deseaba, era muy estudioso … “

Ella se llama Mercedes, y Pedro no la ha visto nunca, pero no importa.

Todas las noches a la misma hora suena el teléfono y él lo descuelga con emoción y nervios, ella nunca le defrauda.

Pedro tiene noventa años, vive solo, los achaques le pueden, pero es feliz porque ella siempre está ahí para contarle un cuento antes de irse a dormir.

Mercedes dice que lo hace porque nunca tuvo un abuelo a quién cuidar y que se siente bien leyendo un ratito aunque sea por teléfono.

“ El muchacho le enseñó lo que tenía y el pobre hombre estuvo a punto de desmayarse. Al cabo de un tiempo se hizo un médico famoso, no sólo por lo que sabía, sino porque el pañuelo le servía para curar todas las heridas “. *

- “ Muac “.

Pedro también se despide y se mete bajo las sábanas.

Minúsculas lágrimas inundan sus mejillas.

* Sacado del cuento “ El genio de la Botella “ de los hermanos Grim.

" Poesía en sus manos "

" Un cosquilleo le corría por el cuerpo. No era miedo, definitivamente no. Tiempo atrás, un querido amigo le había dicho que el miedo habita en nuestro interior, y que si conseguimos vencerlo, nada ni nadie nos amedrentará, ni siquiera la muerte. Tomó esa premisa en su vida.

Lo que sentía en ese momento eran nervios ante el encuentro. Ya se había repetido en muchas otras ocasiones, pero para él, los momentos que precedían al acto resultaban ser tan excitantes como la primera vez.

Además, no estaba en la intimidad de su habitación, había gente, mucha gente frente a ambos, y luces, y focos, y tantas cosas…

El se acercó a ella, la tomó en su regazo, y con sus hábiles manos fue acariciándola de manera suave y deliciosa, con maestría.

Ella se dejaba hacer con la sumisión de quién se entrega a un amante experto.

Los dedos fueron sacando de ella melodiosos gemidos, susurros, sus cuerpos se fueron poco a poco fusionando.

Ella en cada nota iba expresando su idílico amor por él.

Ni un quejío, ni un grito, ni un lamento.

Ni siquiera cuando sus dedos la hacían vibrar con fuerza.

Ahora no importaba el público, en esos momentos perdía la noción del tiempo, sólo ella y él, sólo él y ella.

Ella era poesía entre sus manos.

Sus almas se fueron desnudando hasta llegar el clímax final ".


Esto surgió una noche que vi tocar a Jose Del Valle, maravilloso acariciador de la guitarra flamenca y seguramente el facinense más internacional.

Duende

Hay un duende que navega por las aguas del Atlántico cerca de la Tacita de Plata y que de vez en cuando se asoma a mi ventana.

Cuando ese momento mágico llega, se muestra en toda su intensidad.

Camuflado en un personaje humorístico con gracia a raudales, enamorado de la semana Santa y de su Carnaval de Cádiz, si quisiera, cada noche nos embobaría a todos con una profundidad a la que yo no puedo llegar así viviera tres vidas.

Aquí va un poco de su mundo interior:

“ La inteligencia es una mujer que se impregna con la fragancia de una buena educación se engalana en una vida hostil y marca una diferencia que abruma a los luceros que tienen la osadía o certeza de ver más allá de lo que da un horizonte bonito. Daremos fe entonces de que la inteligencia es una mujer hermosa, aunque devaluada.

Seguirá siendo siempre la montaña más llana a la que los necios no pueden escalar “.

martes, 24 de junio de 2008


En el día de mi cumpleaños, ayer, y mi santo, hoy, además del montón de regalos que me he llevado de mi gente, este año me he querido dar un pequeño capricho.
Podéis pensar que soy un infantil, pero me he comprado un submarino de Playmobil, los antiguos, Clics. Iba buscando el barco pirata pero no lo he encontrado. Ya caerá para los reyes. Y aunque lo compartiré con el Peter Pan Bético, es mi juguete que quiero guardar por muchos años.
Soy de la generación que creció jugando con los Geyperman, los Clics, los Airganboys y las bolsitas con indios y pistoleros en miniatura. Esa que se emocionaba leyendo a " Los Cinco ", que veía a Mazinger Zeta, los payasos de la tele y sobre todo la maravillosa " bola de cristal ". Lo que daría por poder retroceder en el tiempo aunque solo fuera durante una hora y poder revivir aquellos sábados por la mañana.
Hoy que los niños tienen prácticamente todo lo que desean, que a veces no saben apreciar los juguetes, que no juegan apenas en la calle y que se aislan en sus videojuegos, reinvindico pegar pelotazos, jugar a las carreras de chapas, a los bolos apostando, al baloncesto en canastas hechas con alambre y amarradas a una palmera, al tenis sin red pintando en la acera los campos, a las cartas en las calurosas tardes de verano, a correr por el campo, a hacer muñecos de barro cuando llovía, o simplemente a disfrutar de cada juguete por pequeño que fuera.

sábado, 21 de junio de 2008

756909023


Llamo al número que tengo grabado en el teléfono.

No contesta nadie.

Al igual que ayer.

Y que anteayer.

Y que hace un año.

Me da igual.

Todas las noches llamo a la misma hora, las diez de la noche.

No tiene contestador.

Todo empezó aquél día en que me encontraba solo y me inventé un número.

Casualmente marqué y daba tono.

Desde entonces no he faltado ni un solo día.

Programo mi vida para que a la hora determinada pueda llamar.

Por eso no salgo por las noches.

Ya no quedo con nadie.

No sé si será obsesión o ilusión por si alguien contestase.

Aunque si llegara ese día, creo que colgaría inmediatamente.

No sé a quién llamo.

Si es hombre o mujer.

Si está casado, soltera o tiene niños.

Sólo sé que hay un número al que tengo que llamar a las diez de la noche.

Podrías ser tú…

jueves, 19 de junio de 2008

Miedo

Suaves gotas de lluvia caen sobre los cristales de la ventana. Dentro un anciano llora; podría hacerlo por muchas razones, soledad, melancolía o simplemente tristeza.

Pero hay otra más poderosa.

Demasiados años esquivándolo, setenta y muchos, que más da, ya está aquí.

El trabajo, la televisión, las pequeñas cosas, alguna salida esporádica, imposible ocultarlo siempre.

Unos minutos antes, mirando el maravilloso paisaje que se adivinaba desde su habitación del asilo, Román había sentido lo que nunca quiso que llegara.

Las preguntas sin respuesta, los quejidos ya no sirven.

El hombre siente que la vida se le ha ido en un soplo.

Ese pensamiento que logró apartar de su mente tanto tiempo ahora llega para no abandonarlo jamás, hasta el último día.

Había dejado que el miedo se apoderara de su vida creando una urna donde refugiarse de todo y de todos.

Miedo a viajar, a conocer a otras personas, a nuevos sabores, miedo a olores, miedo a las novedades, miedo a las sensaciones, a todo lo que se escapara de su escondite personal.

Miedo al miedo.

El hombre grita:

Maldito seas miedo.

Y ahora después de tantos años me abandonas, me dejas para que yo abra los ojos, salga de mi mundo, mire hacia atrás.

Ya es tarde, ya no puedo vivir, ya solo me queda lamentarme.

Las lágrimas caen mejilla abajo.

En la radio suena: “ Viaje a Orlando por solo ochocientos euros, los niños setecientos, aproveche la ocasión “.

miércoles, 18 de junio de 2008

" Tomo aire "

Tomo aire y respiro hondo.

En estos dos últimos meses llevo vividas muchas sensaciones, casi todas buenas, alguna amarga pero creo que pasajera y muchas alegrías.
La última la viví hace apenas una semana. Pocas veces una llamada al móvil te puede llenar tanto. Intentaré explicarla: Cuando uno se va del lugar donde ha pasado su infancia y una parte importante de su vida, un cachito de su alma se queda allí. En las alforjas me llevé de mi pueblo muchos recuerdos, también bastante nostalgia, amigos que se quedaron, pero sobre todo, el sentimiento de que aunque viva en Sevilla o donde sea, siempre sera mi pueblo.
Por eso cuando me llamaron del Ayuntamiento y me dijeron que si quería ser pregonero de las fiestas de este año, un cosquilleo me entró por el cuerpo, desde la punta del pie hasta la coronilla, no podía ser, pensé, porqué yo.
¡ Pues claro que sí !
¿ Cómo iba a decir que no a una cosa con la que había soñado tanto tiempo ?.
Desde entonces los recuerdos se agolpan en mi mente unos detrás de otros esperando que los guarde en algún sitio y que el día 13 de Agosto salgan todos fuera pero con orden, con sentimiento y con cariño hacia los míos.

jueves, 12 de junio de 2008

" El último hombre libre "


Miles de gotas caen sobre las hojas de los delgados eucaliptos creando una melodía de sonidos. En el jaguarzo más intrincado del bosque canta un ruiseñor, a lo lejos suena el toque seco sobre un árbol de un pájaro carpintero y el “ cu-cu “ se oye aquí y allá.

Es primavera.

Un mirlo esquivo cruza delante de la cueva de la que sale la música suave de una armónica, que se confunde con el resto de sonidos de la naturaleza.
Allí, en ese pequeño abrigo a cubierto del viento de levante, vive Bartolo, quizás el último hombre libre en sentido más amplio de la palabra.

Un saco de esparto cargado de latas de comida, una manta, algunos pitillos, ( “celtas cortos “ ) y un rato de charla diario en la puerta de la barbería del maestro, en el estanco o en la calle es lo que necesita para ser feliz.

Tiene familia pero prefiere la montaña, sin ataduras, sin dinero pero libre. No necesita nada más, bueno sí, su inseparable armónica que es su fiel compañera.

En Facinas siempre se les decía a los niños que si no se iban a dormir venía el hombre del saco, pero los niños del pueblo ya lo conocen y nada temen de él.
Es un hombre bueno que aplica una filosofía de vida: Vivir en paz con todos…

El ruiseñor sigue cantando como cada primavera, pero ya no se oye el sonido de la armónica en el bosque, hace años que Bartolo nos dejó, pero nos queda el recuerdo de alguien diferente, quizás el último hombre libre…

Las suaves gotas caen sobre las hojas de los árboles...

miércoles, 11 de junio de 2008

" Peter Pan es bético "

Desde que comenzó a hablar, Juan José decía que él era del Betis.
Nunca he llegado a descubrir el porqué de esa afición. Yo no se la he inculcado, porque aunque me gusta mucho el fútbol, mis colores no van por ahí, ni por los de la acera de enfrente.
Me imagino que en su guardería algunos niños le dirían que eran del Betis, y él para no ser menos, pues también. Seguro que ayuda el hecho de que su tío le regalase una equipación completa, pero tampoco está tan encima de él como para que tomase esas influencias.
No ha estado nunca en el campo, y creo que ni siquiera ha pasado por allí, aunque algún día debería llevarlo a ver qué reacción tiene.
El caso es que el chiquitín lo vive tanto que, para Juan el color verde es " el verde del betis ". Come con platos verdes, bebe con vasos verdes y hasta tiene una pelota verde del betis.
Pero como los niños nunca dejan de sorprenderte, el otro día estaba viendo una película con su hermana y de pronto me dijo:
" Papá, Peter Pan es del Betis "
Y será así.

martes, 10 de junio de 2008

" Opresión "

Vivimos tiempos difíciles en los que en muchas ocasiones encontrar un trabajo es casi una utopía, y que cuando se tiene, hay gente que daría todo por no perderlo.

Esta es una alegoría en un tiempo indeterminado y en un lugar cualquiera:
La vida de Fabrizzio era el vivo ejemplo del padre desesperado, cincuentón, con dos hijos pequeños que mantener y sin trabajo.

Pero un día vio un anuncio en el periódico y sin pensárselo acudió a la entrevista.

No había más candidatos y quién lo recibió le dijo que empezaría el día siguiente.

A los pocos meses, en la empresa le dijeron que para continuar trabajando le tenían que cortar una oreja.

Fabrizzio aceptó.

Al poco tiempo, le pidieron la otra oreja.

Fabrizzio aceptó.

Algunos meses después le amenazaron con echarlo a la calle si no accedía a que le cortaran un brazo.

Fabrizzio aceptó.

Más tarde le enseñaron una foto de sus hijos y le exigieron el otro brazo para que continuase allí.

Fabrizzio aceptó.

Un día, ellos le pidieron su cabeza para mantener el trabajo.

y…

Fabrizzio aceptó.

domingo, 8 de junio de 2008

" La promesa "

Para Jean Jacques, aquel día estaba siendo demasiado difícil. Desde que pasadas las cuatro de la mañana, su madre le llamara comunicándole el fatal desenlace, supo que el 07 de Abril de 1973, se iba a convertir en el día más duro de su corta vida. Y es que para un chico de apenas dieciséis años, despedirse de su abuelo era la peor noticia que podía recibir, máxime cuando había crecido junto al genio y lo sentía como su padre.

Había cogido un vuelo directo desde Oxford donde estudiaba y confiaba que llegaría a tiempo para el entierro. Llegó a Paris pasada ya una hora del mediodía y se fue directo al tanatorio donde le esperaban todos, incluido Pierre, su padre, al que no veía desde hacía varios años, y con el que se besó fríamente.

Durante el día, con la vorágine de fotógrafos y cámaras, la familia, las condolencias y los preparativos del funeral, apenas había tenido tiempo de pensar.

Pero cuando le dieron el último adiós en el jardín de Castillo de Vauvenargues, fue tomando verdadera dimensión de su situación. Había perdido para siempre a su mejor amigo, con el que se apoyaba siempre que tenía un problema, el maestro de todos y lo peor de todo, era que no le cabía ningún consuelo por más que Elice, su madre, lo intentara. Lloró y lloró no supo cuanto tiempo ni donde, y sólo cuando se cansó de llorar, sintió que la pena se iba transformando por segundos en duda e incertidumbre. Debía cumplir una promesa y tenía pocas horas para hacerlo. No sabía si sería capaz ni siquiera si tendría fuerzas.

Dos años antes, Pablo le había confesado un deseo a su nieto. En un principio, éste pensó que era una broma, pero conociéndole poco propicio a ellas, y viendo que el maestro fruncía el ceño, le preguntó el porqué. Podía haberle contestado que los genios no tienen que dar explicaciones, pero la que le dio le convenció. Le hizo jurar que cumpliría la promesa el mismo día que su abuelo falleciese, ni un día más. Si se negara a ejecutarla, el alma de Picasso le perseguiría el resto de su existencia.

Ahora estaba allí, en la casa del genio, llorándole y ahogado en las dudas. Tampoco podía contárselo a nadie, y eso le ponía más nervioso aún. Había mantenido el secreto más absoluto, y así debería ser durante toda su vida.

Pero ¿ cómo iba a hacer una cosa de la que quizás se arrepentiría siempre ? Pero si no la llevaba a cabo, también se lamentaría.

Cogió fuerzas del fondo de su alma y se decidió a ejecutar la promesa.

Casi toda la familia se había marchado ya, los pocos que quedaban hablaban silenciosamente abajo en el salón principal de la rue de Aix-San Provence. En la primera planta, donde él estaba no había nadie y además no sabían que estaba allí. Unos minutos antes había dicho que necesitaba tomar el aire y que iría a dar una vuelta. Había cogido un cuchillo de la cocina disimuladamente.

Respiró hondo y se dirigió al taller principal del maestro, donde yacían algunas de las obras inacabadas, pero también algunas de sus joyas pictóricas.
Al fondo, casi entre tinieblas, lo distinguió. Las piernas le temblaban pero tomó valor y se acercó a él hasta casi tocarlo. Era un cuadro no demasiado grande, muy luminoso y expresivo. La policromía de colores hacía que deslumbrara. Pablo se lo había mostrado por primera vez la noche de la promesa y le había dicho que era su alma hecha pintura. Quizás no fuera su mejor cuadro en su opinión, pero sí el que había sido capaz de plasmar en toda su intensidad el mundo interior de Pablo Ruiz Picasso.

Y él era el elegido para destruirlo, el que debía hacerlo desaparecer para siempre, según los designios del maestro, el que debía privar al mundo de esa auténtica maravilla, el que tenía que evitar una auténtica lucha de su familia por no haber sido incluido voluntariamente en su testamento, el ejecutor.

Nadie tendría en un futuro derecho a disfrutar de “ La promesa “, como así lo había bautizado. Qué sarcasmo, que ironía de su abuelo.

Faltaban pocos minutos para la medianoche cuando se decidió por fin a acabar con él. Sacó el cuchillo del bolsillo y con la mano derecha fue a clavarlo en la tela del cuadro cuando a sus espaldas oyó un ruido. Bajó la mano disimuladamente y miró hacia atrás. Un niño había aparecido y miraba fijamente al lienzo que apenas un segundo antes, él había intentado masacrar. Durante unos minutos ni siquiera pestañeó. No se atrevió a preguntarle qué hacía allí ni quién era.

Simplemente le miró fijamente a los ojos y vio en ellos el alma de Pablo Ruiz Picasso.

viernes, 6 de junio de 2008

" Inconsciencia "

"Te creías el rey del mundo.

Pero en tu ser interno sabías que la insensatez te perdería.

Los que te rodeábamos y estábamos a tu alrededor te lo aguantábamos todo.

Tus padres, tu novia, tus amigos, yo misma, te habíamos advertido que tus ansias por ser el primero eran desmedidas e injustificadas.

No se trataba de ganar, era la ansiedad que llegaba a asustarnos, tu boca desencajada, las pupilas dilatadas, el no poder parar por ti mismo, el desenfreno y al final, el pique que te llevaba a hacer las mayores tonterías por demostrarnos a todos quién eras tú, Raúl, el mejor.

Pero como suele pasar en esta vida, en un momento cualquiera se puede caer y tú eres el ejemplo de ello.

Esa tarde te tiraste en el sofá después de comer, mientras veías la tele. Era otoño y aunque en la calle el frío se dejaba notar, solo llevabas puesto un jersey marrón sin camiseta interior porque tenías que marcar figura.

En un momento notaste que había un hilo colgando, tiraste de él, pero éste no provenía del sofá, era de tu jersey. Sabías que tu madre tenía tijeras de coser, pero como ella no estaba, te daba pereza buscarlas. Seguiste tirando del hilo color marrón, pero el maldito no tenía fin. Intentaste romperlo con los dedos pero se resistía. En un principio salía de la parte baja de la prenda, pero se perdía en el enmarañado del tejido. Te picaste con él como si fuera una partida de la play, tiraste y el maldito seguía cayendo en el sofá, pero no tenía fin.

Entre los cojines, tú y la maraña casi no se veía el color del sofá, pero aún así no parabas.

En un momento de lucidez pensaste en dejarlo, pero las ansias de terminar con él te podían y continuaste por una manga, luego la otra, más tarde el cuello.

Aunque del jersey no quedaban más que jirones desordenados por el cuerpo, tú seguías como si fuesen marcianos a los que había que exterminar.

Por fin llegaste hasta el pecho y ahí ya no quedaba más que el último trozo. Tiraste con todas tus fuerzas de él, y todo se deshizo cayendo al suelo.

Respiraste hondo y miraste hacia abajo. La montaña que había caído del sofá era importante, pero al sentarte un pequeño hilo no había caído como los demás.

Lo empujaste pero el hilo seguía firmamente sujeto a tu pecho, tiraste y ahora el color del mismo no era marrón, era color carne y no se acababa.

Un ataque de pánico se apoderó de tu cabeza, un escalofrío te recorrió el cuerpo, un sudor frío se instaló en tu frente. Pero no podías parar, el hilo estaba introducido en tu cuerpo y cada vez que tirabas de él iba atravesando más y más pliegues de tu piel, hasta que el color se fue transformando en un rojo intenso; ya no era de tacto suave, sino más bien filamentoso, sangriento.

Sabías que debías enfrentarte a tu última partida y que debías llegar hasta el final del juego y ser el primero.

Tu corazón era el destino y lo conseguirías
".
A Miguel, que quería una historia más larga, gracias por leerme.

jueves, 5 de junio de 2008

" A mi padre "

Esta noche, mirando al cielo que dejaba ver algunas estrellas y una luna pequeñita, he recordado a mi padre, que nos dejó hace varios años.
Su recuerdo viene a mi y así lo siento más cerca.
Cuando era pequeño, él, que era un humilde molinero y panadero en mi pueblo, me recitaba de memoria pasajes del " Quijote "; se lo había leído entero varias veces.
Es una deuda que tengo pendiente, ya que aunque es un libro que me apasiona, no he sido capaz aún de leérmelo.
Este es un pequeño homenaje a Juan., un hombre bueno.

Dice así:

" Dijo don Quijote puesto en cólera, “ don hijo de la gran puta, don Ginesillo de Paropillo, Ginesillo de Pasamonte o como os llaméis, que tenéis que ir vos solo, rabo entre las piernas, con toda la cadena a cuestas “.

lunes, 2 de junio de 2008

" Un cachito de mi memoria "

Hoy estoy un poco jodido, ayer lo estaba más.
Estaba pasando un fin de semana de maravilla con mis hijos, mi mujer y mis amigos, pero el despiste, ese gran defecto que me acompaña, hizo que me dejara una puerta del coche abierta. Y..., lo que podéis imaginar pasó. Me había dejado la mochila con los walkman ( creo que es un poco antiguo decirlo así ), y sobre todo la cámara de fotos.
No me considero materialista, porque me robaran una radio vieja y una cámara que no me había costado dinero no me iba a amargar, pero lo que verdaderamente me jodió es que con la cámara se llevaron ciento ciencuenta cachitos de mis recuerdos recientes que la memoria no va a retener por mucho que yo lo intente.
Nadie me va a devolver el primer baño de mi bebé, ni las carantoñas con sus hermanos, ni su primer fin de semana en la playa, ni los atardeceres en el mar, ni las cruces de Mayo, ni el encuentro con amigos, ni los títeres de la feria del libro de Montequinto y sobre todo, evolución de su carita de un mes al día de hoy.
Por lo menos me consuela que alguien me escuche.
Así que lo que me queda es pedirme una cámara por mi cumpleaños que ya queda muy poco y emborracharme de hacer fotos.