viernes, 29 de abril de 2011

El otro Messi

En sueños había visto el segundo gol de Messi al Madrid la noche antes. Me levanté con la alegría en el cuerpo y en la mente.





La tarde acompañaba para hacer un poco de deporte en las pistas.





Los niños estaban preparados para el partido, siempre lo están para pegar pelotazos.





La pista de tierra vacía para nosotros.





A los diez minutos ya había diez niños pidiendo jugar, así que nos organizamos en dos equipos y una sola portería.





Tras un buen rato peloteando llegó mi momento de gloria.





Cogí el balón en el medio del campo, driblé a uno, otro, otro ( es obvio decir que la altura de ellos no era la mía, ni tampoco mis kilos ), y me dispuse a encarar la portería.



Estaba ya frente a la portera, Marta, mi hija, cuando me sentí Messi, el otro Messi e hice una bicicleta para adornarme, sentía el estadio aplaudirme o silbarme, fueran culés o madridistas, pocos metros me faltaban, pero...


Lo que tenía que pasar pasó...


Un pie sobre el otro, el miembro ... ustedes me entienden, y resultado... parte de lesiones:


primero. Pantalón roto por las rodillas.


Segundo. Dolor de huesos para unos pocos días.


Tercero. El codo derecho ensangrentado.


Y es que cuando uno va a cumplir cuarenta...


Las aventuras ni en la play.







Me enganché un pie con el otro, así que

martes, 26 de abril de 2011

Perdidos

Se perdió cuando mandó su alma a por tabaco y ésta no volvió.

sábado, 23 de abril de 2011

primavera

El mar escupe olas con fuerza.Las nubes se mueven con rapidez,los hombres y mujers miran al cielo, pero el miedo puede con ellos y deciden no sacar el paso. Hay caras de decepcion en todos. Comienza a llover. Las olas se estrellan contra los muros desplegando un mar de espumas.Es primavera.

viernes, 22 de abril de 2011

viajes

El hombre se debate entre dos ideas.Hace dos dias que es libre y no sabe muy bien si tomarse unas merecidas vacaciones despues de tantos anos sin disfrutar de ellas a ser posible fuera de Espana o quedarse en casa recibiendo a amigos.Lo unica particularidad es que veintiun muertos quieren viajar con el a Francia. El hombre se llama Troiotino y es un etarra. Seguramente elegira la primera opcion. La carcel sera para otros.

lunes, 18 de abril de 2011

Presentación del cartel de Semana Santa

El pasado viernes vivimos una gran jornada de viernes de Dolores en Facinas.



El pregón del padre Antolín fue sentido y cariñoso.



Aquí os dejo dos historias que había pensado para la ocasión, pero como soy muy despistado, confundí el papel. Así es que tuve que recitarlas tal como me salían. Creo que quedaron mejor que lo escrito.

El cartel de este año es una fotografía anónima en la que se muestra al fondo las imágenes características del Viernes Santo: Al fondo la cálida imagen de la Dolorosa, adornada en su trono con cientos de claveles rojos y más atrás, el Cristo Yacente en la Cruz, talla magnífica en madera de roble. En la imagen principal, la más cercana las filas de nazarenos a derecha e izquierda vestidos de blanco y negro, simbolizando el primer color la pureza y el segundo, el luto por la muerte de Jesús.
Es la simbología máxima de una procesión sencilla, sin grandes alharacas, adornos excesivos, ni tronos grandilocuentes, pero que transmite lo que debe ser en esencia una Semana Santa: La representación del sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús.

Modestamente me he permitido hacer dos pequeñas interpretaciones de lo que veía en la foto:

- Miguel apoya el varal sobre el hombro, la almohadilla le calma un poco el dolor, pero poco, algo alivia. Son muchos días cargando pasos en Conil y Cádiz. Su altura le hace que sea uno de los que soporte más peso, pero no se queja, nunca se queja. Podría haber pasado, poner alguna excusa, tenía trabajo pero cambió el turno, pero no, él quiere sacar a su virgen, son muchos años ya, siente esa necesidad.

La cuesta del médico es bastante empinada, el empedrado tampoco ayuda, quizás la más dificultosa de toda la estación de penitencia. Hay que dominar la situación, los doce costaleros sudan, Dios cómo sudan, el esfuerzo por bajar la calle con la Virgen a cuestas sin que esta sufra. La banda de música entona su marcha con más fuerza cuando los valientes consiguen llegar hasta la calle Divina Pastora. Se echan de menos los aplausos por el sobresfuerzo, pero la recompensa la llevan dentro, en su interior, por haber podido otro año cargar a su imagen. Dan gracias a Dios por ello.

La otra historia dice así:

La túnica blanca está preparada en la silla, y el capirote, y la capa violeta, y los zapatos con su rodaje hecho para que no molesten cuando lleve media hora de recorrido. La noche ha sido larga para Pablo. Apenas ha podido dormir, los nervios le podían. Tardó bastante tiempo en dormirse y a las siete y media, con los primeros rayos de sol estaba ya despierto. Desayuna un buen bocadillo y un tazón de chocolate. Hay que coger fuerzas para la tarde. Durante el día juega al fútbol con sus amigos aunque un cosquilleo le recorre el estómago cuando se acerca la hora. Es su primera vez, nunca ha salido en el paso, está bastante excitado, no quiere cansarse y abandonar. El tiene que salir con su Cristo y recogerse con él. Seguramente la vela pesará cuando lleve un tiempo, pero no le importa. Está hecho un hombre, son siete años. Está seguro de que es el primero pero no será el último, y cuando tenga edad, sacará la virgen a cuestas.

martes, 12 de abril de 2011

La venganza...

"Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo".

Así comenzaba el libro que cogiste esta mañana de la biblioteca.

"La familia de Pascual Duarte", de Camilo José Cela.

Tentado estuviste de estamparlo con la pared de la celda cuando leíste la primera frase, pero no, seguiste leyendo un poco, más por curiosidad que por otra cosa.

“ Sí, yo también podría escribir mi propia historia “, incluso tienes pensado el título que le pondrías: "Memorias de un hijo de puta".

Te suena bien.

Piensas que eres un cabrón redomado con todas y cada una de las letras, tildes y adjetivos que se le quieran poner. Aún no has cumplido los treinta años, ya has pasado por la cárcel varias veces. Al principio por asuntillos menores, robos con intimidación, trapicheo, pero esta última ha sido más gorda. Lo peor es que no te arrepientes. Piensas en Marga, tu mujer, no sientes lástima o pena por ella, al contrario. Seguramente estará temerosa de que cumplas la condena, como otras veces y que vayas de nuevo a buscarla. Sabes que ella te teme, como casi todos, pero te da igual. Le darás besos, le dirás palabras bonitas que habrás escogido en tu estrategia previamente pensada para poder volver con ella sin que te denuncia y cuando sea tuya de nuevo, las palizas, los malos tratos, las borracheras volverán a tu casa contigo. Y no hablemos de tu hijo, quién tiene que ir mintiendo por su colegio para no decir que su padre está en la cárcel. Pero esta vez es diferente, no habrá regreso, o no tan pronto, como pasó en las cinco ocasiones precedentes. Te pasaste de la raya, veinte años no te los quita nadie y lo sabes. No te preocupa, no te arrepientes, no te lamentas, ninguna lágrima ha caído jamás por tus ojos. Simplemente temes que se olviden de ti, Marga, Pedro, tu hijo, los pocos amigos que te quedaban. “ Tu gran noche “ comenzó muchas horas antes, aún no había amanecido y ya estabas recorriendo los primeros bares que abrían en el pueblo. No, tú no te contentabas con un café, no tú eras el más duro, el que tomaba las copas de vino a pares: una, otra, otra más, y así hasta que perdías la cuenta.

A mediodía aporreaste la puerta de tu casa, estabas borracho como acostumbrabas siempre que no tenías faena en el monte, esos días ni una gota; la paga del mes se te iba pronto, tu mujer casi ni la veía, sabías que había tenido que pedir a escondidas más de una vez a la vecina treinta euros para poder comprar algo de comida en la plaza, ignorabas la situación, disimulabas bien. Tonto para muchas cosas, para otras, demasiado listo.

El puchero estaba caliente, mojaste sopa abundante de pan en la pringada, tomaste la última copa de vino blanco, eructaste bruscamente, lo que hizo que Marga volviese la cara en señal de asco y te fuiste a la cama a dormir la siesta.

A las dos horas ya estabas buscando bares abiertos en los que gastar el dinero fresco de los bolsillos; te quemaba.

En la esquina de la barra bebías una copa tras otra. Buscabas conversación entre la gente, pero todos te huían, en parte porque cuando bebías te ponías muy pesado, en parte por el aliento, porque apenas se te entendía nada y sobre todo porque se arriesgaban a llevarse algún hueso roto si porfiaban demasiado: contigo pocos se picaban, más de uno tenía la nariz partida o un ojo amoratado en menos que cantaba un gallo, una palabra mal entendida, una mirada de desprecio o simplemente el no querer aceptar la última copa que les ofrecías daba como resultado un bollo en la barra de acero, alguna que otra mesa partida en pedazos o una copa estrellada en la cabeza. Te enorgullecías de haber matado un mulo de un solo puñetazo y varios eran los testigos que lo certificaban.

En suma, todos te temían.

La noche transcurría con relativa normalidad hasta que el camarero te dijo las malditas palabras:


Lo siento, Manuel, pero el jefe me ha pedido que no te eche una copa más.

¿Cómo?, todavía no ha nacido quién me diga a mí que no.

El chico se retiró a la cocina hasta que salió Rafael, el dueño.

Te dijo con buenas palabras que ya había llegado la hora de marcharse, que todas las copas que

te habías tomado las pagaba la casa, pero que iban a cerrar.

¿A cerrar, con toda esta gente aquí?. Tú me quieres echar, y de aquí no me muevo aunque llames a la Guardia Civil.

El dueño echó de más temple aún y le volvió a pedir que te fueses, pero tú no hacías caso, estabas poseído por sabe Dios qué demonio. Lo cogiste por el cuello e hiciste ademán de darle un puñetazo, pero en ese momento, alguien te cogió a ti el brazo derecho. Miraste atrás, un hombre vestido enteramente de verde te dijo que tenías que acompañarlo al cuartelillo. En ese momento comprendiste que no valía la pena seguir la batalla.

Cuando te retirabas, miraste a Rafael, y le dijiste: Esto no se va a quedar así, ya lo verás. No apareciste más por el bar, pero en el pueblo ya todos sabían de tu amenaza. Rafael te presentía a cada momento y aunque era un hombre curtido en mil guerras, ésta sabía que iba a ser la más dura a la que se hubiese enfrentado jamás. Lo conocía bien, demasiado bien.

Procuraba no quedarse solo y cuando cerraba alguno de sus hijos le acompañaba. Algunas noches le había parecido ver luces rondando por su casa, los perros así parecían indicarlo, pero no se atrevía siquiera a salir.

La situación se fue relajando, pero el dueño del bar no era el mismo, el pánico se había dibujado en su rostro y no conseguía quitárselo de encima.

Nadie recordó el suceso hasta que una mañana, cuando Rafael cerraba el bar para hacer las compras, sintió algo frío y duro sobre su espalda. No necesitó nada más para saber que eras tú encañonándole con tu escopeta de cartuchos repetidora.

Una sola mirada de súplica fue lo único que pudo hacer antes de que le descerrajaras cuatro tiros. Dos en la espalda, cargaste de nuevo el arma y volviste a disparar esta vez sobre el corazón cuando Rafael estaba en el suelo boca arriba.

Huiste como los cobardes montaña arriba, pero la Guardia Civil te encontró a las dos horas. Cuando te llevaron ante el comandante de puesto, éste te le leyó los cargos:

“ Pascual Sánchez Gómez, estás acusado de asesinato de Rafael Sánchez Pérez, tu padre “.

sábado, 9 de abril de 2011

refugio

Las olas del Atlantico traen paz a mi espiritu hastiado de sufrimientos.
Enfrente,Donana, los barcos que dejan El Guadalquivir, sol de primavera, agua calida,vivencias.

viernes, 8 de abril de 2011

Una luz que se apagó

Ayer me comunicaron la noticia de la muerte de Inés, una mujer joven que no pudo superar el cáncer, bueno más bien, el resultado del autotransplante de médula al que fue sometida.


Yo pasé por ello hace un año.


Es duro, sobre todo cuando has intentado insuflar ánimos a alguien que los necesitaba, que le faltaban fuerzas para luchar, que no pudo con la enfermedad, una mujer que se veía ella misma predestinada con su futuro, por desgracia.


Una luz que se apaga, como la de tantas otros hombres y mujeres que se van de este mundo diariamente por culpa del cáncer.


Pero también hay otras muchas que siguen luchando y a las que debemos apoyar entre todos.


Ayer estaba mal, muy mal, igual que hace una semana, cuando me dijeron que CHani, otra mujer de Facinas, había muerto producto de esta maldita enfermedad.


Pero hoy lo veo de otra manera, hay que seguir luchando, y ayudando a aquellos que nos necesitan.


Una luz se apagó, pero muchas otras velas siguen encendidas esperando a que nosotros las cuidemos para que no se desgasten.


miércoles, 6 de abril de 2011

Portada del libro

Tras una ardua tarea esta tarde en casa de Emilio, él y sólo él, ha sido capaz de terminar la portada con los dibujos de mi primo Francisco. Ambos son unos artistas, cada uno en su género, uno en la informática, el otro en la pintura, en la carpintería, en el cariño con el que me trata ( en eso empatan ). El caso es que ya queda menos, un cuentecito por aquí, un prologo de mi amigo Jhon Ardila por allá y poco más, bueno la imprenta. Esta vez estoy muy contento de cómo van las cosas. Y después la promoción. Os espero este viernes en la feria del libro y la artesanía de Montequinto, junto al Mercado. Allí estaré firmando libros a partir de las 18.30 horas.

viernes, 1 de abril de 2011

Inés: Una llamada desesperada

Sé que no puedes oírme, ni leerme, ni siquiera verme. Estás en una situación límite, pero estoy seguro de que saldrás de ella. Esta mañana estuve hablando con mi amigo Joselillo sobre la energía positiva y la psicomagia. Pues ahora estoy dándote toda mi energía para que te cures, pero te tienes tú misma que convencer. Lucha, por favor, lucha contra el cáncer, contra esta enfermedad. Lucha, por lo que más quieras, por tu marido, por tus hijos, por tus nietos, por tus hermanos, por tu familia, pero por favor lucha. Aunque estés sedada, totalmente entubada, sé que no te vas a cansar de luchar por sobrevivir, por ver la luz del sol, por disfrutar de la primavera, de todo y de todos. Esta es una llamada desesperada. Lucha, lucha, lucha. Inés, lucha.