lunes, 19 de julio de 2010

Un camino sin retorno

Pequeñas figuritas se desparraman a lo largo de la azotea. Algunas en bolsas, otras sobre el suelo, todas describen la ausencia del calor humano. Son pasado ya, este año no tendrán uso en una mesa de salón, acabarán en la basura, como las bolas del árbol de navidad, las figuritas de porcelana que adornaban el mueble-bar no hace mucho tiempo, como los recuerdos de tantos años en Alemania como emigrantes, objetos inútiles que Antonio fue guardando en el cuarto de la planta de arriba, compañeros pasivos de juegos de la gata negra, de sus crías y hasta de la perrita simpática que movía la colita a los niños de la casa vecina.
En la terraza no hay flores, ni siquiera aquellas macetas secas, solamente la lámpara incrustada en un azulejo que los encargados de la limpieza no pudieron despegar. Los dos dinosaurios verdes de goma que intentaban asustar también han desaparecido. El camión de la basura los recogió como a tantos otros recuerdos.
También se llevó los disfraces que él usaba cuando llegaba el carnaval de CHipiona.
Se fue María y también Antonio veinte días después.
No volverán.
En la puerta de su casa aún permanecen sus nombres y apellidos en una plaquita que con tanto esmero encargó él.
El buzón está vacío.
Eran mis vecinos.

jueves, 15 de julio de 2010

" La hoguera de los malos momentos "

Noche clara, algunas estrellas comienzan a despertarse e iluminan el cielo.
Todo está preparado, las maderas apiladas en el descampado, nadie a mi alrededor.
Falta lo más importante, el coche está cerca, voy a buscarla.
Abro el maletero y saco la caja, pesa un poco, pero no importa.
Me acerco a la montaña de leña dispuesta a arder, espera mi mecha.
Comienzo a sacar primero ordenadamente cada libro de la caja, después la ansiedad puede conmigo, los voy lanzando hacia la hoguera muerta, algunos caen dentro, otros alrededor, entre la maleza. Los busco hasta asegurarme de que ninguno escapará.
Rompo la caja con rabia, cada pared también arderá.
Saco un mechero del bolsillo y prendo un papel de periódico, es verano, hace calor, la hoguera comienza a crecer, primero con timidez, pero cuando las llamas alcanzan a Conan Doyle, sus hojas se retuercen de dolor, exclaman, chillan, las letras ascienden.
Nunca pensé que podría hacer desaparecer libros, con sus historias, sus aventuras, pero esos sí, debían morir, no merecen ser recogidos por nadie, pues están impregnados de la maldad de su antiguo dueño, de su ira, nacieron libres, pero al ser tocados y comprados por un dinero robado a los demás, abusado con miles de horas de sufrimiento, de desazón de sus trabajadores no merecen ser abiertos siquiera, aunque fuera por alguien desconocido.
Maldita la hora que los recogí de aquél asqueroso ser, nunca debí aceptar ser el nuevo dueño de un material que él sembró con tanto odio. Por eso nunca me atreví a leer ninguno, aunque las pastas eran antiguas, aunque las historias me atrajeran, jamás abrí página alguna, pues eso significaba recordarlo a él, que se pudra por ahí, donde esté, seguramente abusando de alguna prostituta, sacándole el dinero a algún pobre extranjero o estafando a cualquiera.
Arden, se consumen, la ira va ascendiendo en la columna de humo, también el dolor, mi dolor, mi sufrimiento, no quiero verlos más.
Los libros malditos arden bien.

domingo, 11 de julio de 2010

" Campeones "

Somos campeones, sí, sí, sí, campeones, campeones, oe, oé, oé.

Cuando el nene marcó ese pedazo de gol todos chillamos, yo levanté a Juan en peso, lloraba de alegría, chillaba, le decía al árbitro ( no se puede ser más malo ), que pitara ya, y por fin, el final.

El paso de los años nos dirá la satisfacción de haber podido ver a esta generación jugar tan bien como los tíos lo han hecho.


España campeona.

miércoles, 7 de julio de 2010

" Histórico "



Grité como el que más cuando Puyol metió ese pedazo de gol de cabeza. Decidí verlo en el superpantallón que nos pusieron en el club social, qué espectáculo, parecía el campo, los niños con las banderas, las mujeres chillando, animando a Casillas, aplaudiendo a rabiar a Pedrito, me tiré por el suelo con las ocasiones marradas, pero valió la pena disfrutar de esta noche. Cuando pasen veinte años y mire hacia atrás, diré, yo viví el pase a la final de la copa del Mundo de fútbol con mi país, España.

Cómo nos han hecho disfrutar esos locos bajitos, qué manera de bailar a los alemanes, qué orgullo de ser español. Ahora me acuerdo de Juan Manuel Gozalo, el gran periodista, que seguramente desde el cielo lo estará celebrando y de mi padre, aunque se ponga nervioso.

El domingo tengo que estar frente a esa pantalla y me emocionaré como esta noche. No es lo mismo verlo solo en casa que con tanta gente que vive lo mismo que tú. Qué maravilla.

Viva España.

martes, 6 de julio de 2010

Sin título

Ya que mi mente aún no ha recuperado esas fuerza necesaria para afrontar un buen relato, me apoyaré una vez más en ese algo más que amigo conileño, que esconde un mundo inmenso tras su máscara engañosa.

Es una de sus reflexiones:

" Si algún día he de marchar, será hacia mis adentros. Si fuese para siempre, notarías que estoy más cerca aún, y si en ello engaño, sabrás del más dulce de los sueños hecho realidad ".

jueves, 1 de julio de 2010

El escardillo

Esa palabra ha sonado en la radio hoy, pero en femenino, la escardilla, utilizándola para referirse a un tipo de azada.
El escardillo me lleva a los tiempos de mi infancia en los que iba con mis padres a coger tagarninas al pantano del Almodóvar, al Novillero o a la finca del " señó André ". Esa era una de sus aficiones, y yo disfrutaba con mi padre llenando el saco de tagarninas. Luego, al calor de un fuego hecho de cisco, él las pelaba con sus rudas manos. Recuerdo que yo apenas las comía, pero si disfrutaba cogiéndolas, a veces me regañaba porque decía que las capaba ( había que dar uno o dos golpes certeros en la tierra para poder partir el tallo con el escardillo ), porque si no eras hábil las cortabas por medio y no servían. Se nos hacían callos en las manos cuando llevaba un buen rato cogiendo, pero él parecía incansable, aunque en alguna que otra ocasión, sé que se tuvo que poner una pastilla debajo de la lengua para calmar el dolor en el pecho por el esfuerzo.
Hace muchos años que no cojo un escardillo, pero qué lástima que un recuerdo hacia Juan, mi padre, que es bonito, regrese a mi, porque esa azada haya servido para que un cobarde acabe con la vida de una persona libre, de una mujer. ¿ Porqué no tuvo la valentía de clavárselo él y dejar vivir a un ser con cuarenta y pocos años ?.
Aún recuerdo un siniestro personaje que pululaba por mis entornos, un antiguo cliente, que decía a las bravas, que su mujer era para él o para nadie.
Con seres así el mundo no progresará nunca, en eso también estoy orgulloso del respeto y el cariño que siempre se tuvieron mis padres.