miércoles, 8 de julio de 2009

" Falcon Crest "

Aquellos momentos eran los pocos que le quedaban para relajarse un poco y olvidarse de los múltiples problemas que le acuciaban.

Desde la loma más alta de su finca, montado en su fiel caballo, ese que le escuchaba sin rechistar, sin un lamento, quejido ni reproche, podía divisar prácticamente la extensión de sus propiedades, eso que “ tanto esfuerzo le había costado conseguir “.

El, que se consideraba el “ gran gran jefe “del clan familiar, ese que sostenía con su esfuerzo y su cabeza poderosa; él, que en las fiestas usaba un gran sombrero de Cowboy para marcar las diferencias, el que agregaba a su apellido un De para subir su alcurnia y señorío, el que se paseaba por los pueblos con un Mercedes descapotable último modelo con una gordita brasileña veinte años menor, él que se daba el caprichito de comprarse un coche cada vez que se le viniera en antojo dejándole a sus hijos los que se iba cansando; él que en el campo solo tenía trabajadores ilegales con la excusa de que nadie quería trabajar, y que les pagaba una miseria viviendo internos en la finca y produciendo por veinte, el que vacilaba a sus conocidos que se traía a las putas de dos en dos a la finca cada vez que quería, el que presumía de haber sido “ el primer españolito que le ganó un pleito a Hacienda “, el que era del P.P. porque los jefes tienen que ser fachas de toda la vida, el, que se había comprado un barco con el que salió una o dos veces a navegar, pero que como un niño pequeño se aburrió y dejó abandonado en un taller, él, que estando su mujer falleciendo, ya tenía una alternativa para no quedarse solo, el, que a los dos meses de haber muerto ella, echó a sus hijos de su casa para meter a su putita a vivir con el jefe; el que tenía mujeres internas en su casa para que le llevara un café a la cama por quinientos euros al mes, el que por un asqueroso euro era capaz de vender a su propio hijo, el que convenció a sus hijos de que para su futuro era necesario que se casara para no estar solo, el que hizo una boda con todo el boato del mundo como si fuera la primera vez y con el amor de su vida, él, que echó de su casa a su nueva esposa porque era demasiado melosa, el que tenía la bendita suerte de tener un primo de su mujer que un día si y otro también le sacaba las castañas del fuego y que le organizaba la finca como si fuese suya, el que cobraba cuatrocientos euros a cada extranjero por arreglarles los papeles y que cuando llegaban denegados no devolvía un duro diciendo que eran gestiones del gestor cuando éste no veía dinero alguno y ni siquiera lo sabía, el que no le pagaba a Hacienda porque “ no le salía de los huevos “,el que pudo haber solucionado su vida con dos o tres barcos de cemento egipcio si aquel negocio hubiera salido bien, el que tuvo la sangre fría de coger un fiambre de un trabajador ilegal que había muerto en la finca y llevarlo al hospital como si estuviese vivo y tener la suerte de que no lo detuvieran ni juzgaran, el que vendía cochinos ibéricos sin control ninguno.

¿ Porqué a él, precisamente a él, le estaba maltratando Dios de esa manera ?. De acuerdo que en la vida que había llevado no todo había sido de color de rosas, que la fortuna que había amasado se la había hecho con el sudor de su frente, que sus tres hijos no habían salido todo lo obedientes que hubieran querido, que tuvo la mala suerte de que su hermano fuera maricón y artista, todo lo opuesto a lo que él era, que sus yernos no descendieran de familias pudientes, de que su consuegro fuera otro facha dictador con el que no se hablaba, de que Hacienda le estaba pisando los talones y de que el dinero no fluía ya tan generosamente por sus bolsillos, pero aquello era lo último.

Que su propia hija llevase meses engañándole y robándole en sus propias narices y en “ su empresa “, era más de lo que podía soportar, ya no le quedaban fuerzas para aguantar, encima estaba solo, su imperio se desmoronaba a ojos vista y nada ni nadie podría detener su caída.

Bajó del caballo y anduvo unos pasos hasta asomarse al río que fluía varios metros mas abajo. Pensó por un momento en tirarse y olvidarse de todo para siempre, pero fue cobarde como en muchas otras ocasiones había sido, se dió la vuelta, descolgó el movil ultima generacion y al otro lado del telefono una voz femenina dijo: " Claro que voy para allá, mi amor, preparame doscientos euritos que en media hora estoy allí, vete preparando que te voy a hacer olvidar tus penitas “.

Decididamente, seguiría siendo el jefe.

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