miércoles, 4 de enero de 2012

Seis de Enero

Y de repente despertó. Abrió sus pequeños ojos a la claridad del día y lo vio todo; sí todo.

Pero todo, todo, todo., un camión para transportar arena, una pelota de fútbol, un juego para la play, una equipación del Barcelona y por supuesto, lo que más ilusión le había hecho escribir en la carta a los Reyes Magos, una magnífica bicicleta para surcar los carriles de tierra a toda velocidad.

Se sintió feliz por haber recibido todos esos regalos y se puso a jugar con ellos nervioso por no saber a cual acudir.

Y de repente despertó, el sol estaba ya en lo más alto del horizonte. Nunca supo cuantas horas había dormido, pero sintió un calor abrasador por todo su cuerpo.

Miró a su alrededor y no vio nada, nada, sí nada. Bueno, más bien lo vio todo, todo, todo, arena, arena y más dunas de arena que se perdían en el infinito.El camello que le habían asignado dormitaba a su lado, también el resto de la caravana.

Pidió agua y le tiraron la cantimplora a la cara con absoluto desprecio.Miró su reloj que milagrosamente no le habían quitado, quizás lo único de valor que poseía, no para saber la hora, pues de poco valía.

Miró los dos círculos pequeños del centro del aparato: Seis de enero.Cerró los ojos y pensó en su hijo, en que estaría paseando con su bicicleta nueva, con su nuevo juego de la play y lloró amargamente.

Se encaminaban hacia un lugar sin retorno y a un destino no escrito

No hay comentarios: