lunes, 9 de enero de 2012

La mano

Siempre supo que tendría su mano, esa que callaba mientras él suspiraba, esa que nunca tenía palabras de reproche, que era comprensiva, atenta, cariñosa, pendiente, pero era la mano de su enamorada, con la que había compartido cuarenta años de su vida, esa que estaba allí para oírle, sentirle o cuidarle en tantos momentos duros cuando las fuerzas flaqueaban.


Y ahora estaba ella junto a él, en un frío hospital, como siempre, con aparatos señalizando alarmas, cables por todo el cuerpo y sintiendo que la vida se le iba por minutos, que ya no había vuelta atrás.


A los pies de la cama él la miró, agarró su mano con fuerza y cerró los ojos para siempre.


Por siempre.

1 comentario:

fus dijo...

una historia de amor hasta el final.

un fuerte saludo

fus