viernes, 27 de septiembre de 2013

Sobre la locura de los hombres

Cada vez entiendo menos a la raza humana, aunque sea otro especimen raro que la habita.

Dos asesinatos que ocurrieron ayer en el transcurso de horas en los extremos opuestos del país me dicen que aquello que puede llegar a pasar por la mente de un hombre o de una mujer es un misterio que cada vez se me hace más incomprensibles. Uno que mata en una consulta médica a su yerno con una escopeta con una orden de alejamiento en un pequeño pueblo de Sevilla y la muerte oscurísima de una niña de once años a manos de su madre y de su padre presuntamente,  en un bosque, con sedantes de por medio, abogados prestigiosos, imaginarias herencias y un transfondo de locura que flota por el ambiente me hacen sospechar que no importa la nacionalidad, la raza, la cultura, el fondo social o el dinero, simplemente, la irracionalidad y los momentos de enajenación que le pasan a una persona por su cabeza nunca jamás los podré entender.

No hay palabras para el arrepentimiento, ni el ajuste de cuentas, ni siquiera la bebida o las drogas, cuando los fantasmas demoníacos o llamémosle como queramos entran en la mente, nada ni nadie les puede parar.

Ni el miedo puede con ellos.

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