lunes, 27 de diciembre de 2010

Gel de ducha

Es curioso, pero a menudo nos sucede que un simple olor, por más vago que sea, nos hace recordar una situación, un momento, un hecho destacable en tu vida.
Esta noche estrenaba gel de ducha, cuya marca ni mi acuerdo, pero cuando lo olí, al momento me transportó a mis años de vivencias de universitario en Cádiz. Fueron épocas de libertad, de amistad profunda, de grandes y bonitos recuerdos, de esa ciudad maravillosa, de la calle Sacramento, de las noches de guitarra en la Caleta, del descubrimiento de Triana, de anochecidas y amanecidas, pero también de cafés en tertulia, del Muro de Pink Floid del Pibe, de los carnavales, de los bocadillos de Pepe, del teatro Andalucía, de las cenas de sanwidch de pollo con huevo, de la Alameda, de las piedras del campo del Sur, del Parque Genovés, de los autobuses de Comes, de la biblioteca pública, poco estudio, notas raspadas, fines de semana en Facinas trabajando en el Pub de Antonio con la música que quería poner, del descubrimiento de una ciudad maravillosa, atractiva como pocas, con sus calles de siempre, sus mismos negocios, y sobre todo el mar, ese mar que tanta gente le ha cantado con amor a una tierra, con poesía y con mucho cariño.
A Cádiz tengo que volver, a pasear por la Plaza de Mina, por el Falla, perderme por las callecitas estrechas de Santa María, del Pópulo, la plaza de la Candelaria, tantos y tantos lugares por descubrir aún.

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