miércoles, 30 de septiembre de 2009
" En el oscuro corazón del bosque "
El colegio de nuestra generación

Este fin de semana apareció por mi casa de Facinas este libro que me hizo recordar mis tiempos en el colegio.
Eran otros tiempos...
Nadie conocía lo que era un ordenador, por supuesto; en el pueblo solamente una persona tenía uno.
No se estudiaba inglés, dábamos francés, y además con libros como éste, que eran amenos, divertidos y con aventuras. Desde luego, aprendimos bastante francés en clase.
Ningún niño llevaba botellas de agua, la fuente estaba para algo.
En el patio jugábamos al baloncesto, balonmano y por supuesto futbito. No había malos rollos.
En la biblioteca descubrí los libros de Julio Verne. Pero había uno que era el que más destacaba, era el libro verde de la sexualidad. Lo veíamos como algo prohibido.
Representábamos obras de teatro, me acuerdo de " Doña Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores ", y la que dejamos inacabada, " El mercader de Venecia ", de Shakespeare.
A casi todos los maestros había que llamarles por don, ( recuerdo aún a don Francisco, probablemente el profesor más nefasto que pasó por Facinas, ese que clavaba el anillazo de oro en la cabeza en menos que cantaba un gallo, y que se decía que había aprobado a más de uno por los regalos de los padres de los niños, entre ellos, algún canario que otro, con jaula incluída ).Uno de los que más nos enseñó fue Manolo García, el eterno enamorado de Granada y García Lorca, que nos inculcó el amor por la literatura.
De Castro aprendimos además de geografía, algo de la otra vida, la que estaba fuera de las paredes del colegio.
Con Don Melchor hicimos multitud de experimentos, entre ellos, disolver una lagartija en ácido sulfúrico. Desde luego, el tío se lo curraba.
Las tardes eran para jugar a la pelota y romper zapatos hasta que anochecía.
Estudiamos bastante y aprendimos más.
Ni móviles, ni maquinitas, ni niñas ( el asunto de las modas, los pelados, la edad del pavo, y el ligoteo lo dejaremos para otro día, por lo patético del asunto ).
No me atrevo a compararnos con nuestros estudiantes actuales, no somos ni mejores ni peores.
Simplemente eran otros tiempos.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Puesta de sol en Facinas
miércoles, 23 de septiembre de 2009
El recuerdo
Hacía ya diez años que se había marchado, cada día que pasaba la imagen de ella se iba diluyendo de su cabeza.
Tenues recuerdos, retazos de la vida que iban y venían sin orden ni concierto.
En esos momentos se agarraba a la medalla que le colgaba del cuello: En el anverso su cara, en el reverso, su nombre, María.
Hasta aquel maldito día que salió a dar un paseo, con la mala fortuna de que el viento le hizo caer, haciéndose una brecha en la cabeza.
En el hospital le vendaron toda la frente y a los dos días volvió a su casa.
Llegó dolorido por fuera, y por dentro. Se sentía aturdido, los recuerdos no aparecían y cuando se agarró a la medalla, ésta no estaba.
Lloró, lloró y lloró desesperado.
Un día, otro, otro, otro, hasta que se atrevió a salir a la calle.
Frente a su casa un jardín, y en él, un rosal de rosas rojas.
Se acercó y las olió.
María apareció en toda su intensidad, sus gestos, sus ojos, incluso su voz se aclararon en el cerebro de él.
Cuando murió, Pedro fue enterrado con un ramo de rosas rojas, tal como había dejado escrito.
martes, 22 de septiembre de 2009
" Perdido en el C&A "
Mañana quedamos para ir a comprarte ropa a Los Arcos a las seis y media.
Se jodió el plan, pensé yo. La tarde de aventuras con mis tres niños por esos mundos campestres había que suspenderla y se imponía un plan alternativo. Así que cambiamos de planes y pasamos un buen rato en la biblioteca, hasta que a Antoñito se le ocurrió echar mano de media estantería de las películas y tirarlas todas al suelo.
Llegué un poco tarde al centro comercial, demorándome con no me acuerdo que excusa.
Aunque ya había tomado un café, pedí una mariconada que algunas veces acostumbro, para engañarme a mí mismo y decirme que me he tomado hoy tres, sí eso, un descafeinado de máquina.
Cuando llegué a C&A, ya tenía ella media tienda comprada. Bueno, un poco exagerado.
Pero empezó a surgir en mi cabeza el sentimiento de hombre perchero, el que porta los bultos.
Mis ojos se distrajeron un poco mirando a las dependientas, que tienen fama, pero hoy no era el mejor día.
Algún personaje extraño aquí y allá, esos que te llaman la atención por su vestimenta, su cara o sus gestos, pero mi nivel de distracción esta tarde no estaba muy subido.
Me ilusioné con varias camisetas para sentirme un poco más joven, todo menos lo que iba buscando, pero bueno, mis deseos de compra se habían satisfecho en doce minutos exactos, probador incluído.
Cuando mi vista se dirigía a la puerta dijo ella, vamos a mirar " en un momento " la ropa de los niños y tenemos que mirar también un regalo para los dos bebés que han nacido.
La poca estabilidad que me quedaba se desvaneció.
Miré a un marroquí paciente que esperaba en la cola con un bebé mientras su mujer seguía comprando.
Mi vista comenzó a nublarse, el aire me faltaba.
Por un momento me pareció oir al " Winie the Pooth " ( el muñeco más insulso, desagradable y pasteloso del mundo mundial ) de la estantería, que me decía " vete, huye ".
La solución me la dió un padre que pasó detrás mía cuando le dijo a su mujer, " me voy a mirar una cosa con el niño al Toysar,s ", pero me di cuenta de que yo no llevaba ningún niño a mano.
Mi gozo en un pozo.
En aquellos momentos ya no sentía los brazos y casi las piernas.
Pensaba que no saldría nunca de allí cuando una luz se encendió.
Eran las ocho y media cuando le dije con cara de corderito degollado: Me voy que hay que bañar a los niños.
Me miró, sonrió y me dió un beso.
No sé si bajé las escaleras mecánicas o volé sobre ellas.
Por fin libre, aire, aire.
Aquí acaba mi tarde de aventuras en un centro comercial.
lunes, 21 de septiembre de 2009
Teníamos un sueño
Durante dos meses se habían dedicado a trabajar como mulos para ahorrar el máximo de dirhans posibles.
Ahmed, Rachid, Kaled, Mustapha y el pequeño Mohamed se juraron no decir nada de aquella aventura a sus padres.
El riesgo era grande, pero Alá y la destreza del mayor, Rachid, les llevaría a buen puerto.
Subieron al bote con una pequeña mochila cada uno y empezaron a remar.
La noche estaba oscura, muy oscura.
Con un ligero viento de poniente, las fuerzas de los cinco chicos y un poco de suerte llegarían pronto al otro lado del estrecho.
Tenían miedo, pero las ganas de llegar y lo que les esperaba consumaba todas sus dichas.
Cuando llegaran a la costa, un hermano mayor de Rachid, al que habían avisado por móvil, los estaría esperando para llevarlos a Málaga, su destino.
De pronto, el viento cambió y el levante empezó a soplar alejándolos de España. Los más pequeños comenzaron a llorar y los mayores apretaron los dientes para remar con más fuerza, pero las corrientes y el maldito aire eran cada vez más fuertes.
Pronto la comida empezó a escasear y rezaban para que las olas no tumbasen la frágil lancha.
A los dos días un patrullero de la Guardia Civil los rescató en la Isla de Tarifa.
Cuando la Cruz Roja los socorrió, estaban muertos de frío y hambre.
Preguntaron qué día era y les dijeron que martes.
Se miraron todos y sonrieron. Aún quedaban cinco días para el gran partido, aunque se tornó en llanto cuando les dijeron que serían deportados de nuevo a Marruecos los días siguientes cuando se recuperaran.
El sueño de conocer a Messi se había desvanecido.
Los cinco vestían camisetas del Barcelona.
Mirar al cielo
Primero una libélula roja sobre mi cabeza.
Un poco más alto, un esquivo avión sobrevolaba el tejado de la casa.
Varios metros sobre su cabeza, una bolsa de plástico blanco era zarandeada aquí y allá por los vientos de las alturas.
La silueta de un buitre se adivinaba bajo una nube.
Un avión militar surcaba los aires.
Cinco colores, cinco tamaños, cinco siluetas, cinco formas, cinco texturas y un nexo en común:
domingo, 20 de septiembre de 2009
Campeones
El año pasado me quedé con las ganas de saborear un campeonato. Las olimpiadas me tocaron verlas en el hospital, pero este año he vibrado con la selección española.
Nos queda disfrutar de la roja, sí, la de baloncesto.
Campeones, campeones, oe, oe, oe.
martes, 15 de septiembre de 2009
" España se desmorona "
Zapatero, ese aprendiz de brujo o mago, no cesa de sacar conejos de la chistera que desorientan a sus propios ayudantes.
Solbes se va.
Rajoy no se entera entre luchas internas, juicios pendientes, trajes, comisiones y demás.
La gripe A nos amenaza y estamos desorientados.
Vamos a llegar a los cuatro millones de parados.
Sevilla está entera levantada por las obras.
Ha vuelto Risto.
Vienen a nuestro país Evo Morales y Chávez.
Comienza Gran Hermano no sé cuanto.
Se cargan el programa de Mariñas y su patética compañera .
Y para colmo de males, como si todo lo anterior nos pareciera poco, " la princesa del pueblo ", Belén Esteban se separa.
Ah, país, país.
lunes, 14 de septiembre de 2009
El manifiesto por los pueblos

Lluvia
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Icaro

Sobrevolaron varias veces el lugar hasta que comprobaron el momento idóneo.
Llegado el punto determinado por ambos, el piloto le hizo una señal y él se preparó para su vuelo.
La puerta trasera se abrió y saltó.
Una sensación de pánico se apoderó de su cabeza en un primer instante, pero cuando comprobó que el paracaídas se abría respiró hondo.
Ninguna cámara podría captar tantas imágenes juntas; Miles de gotas de agua le salpicaban por todos lados, lloró de alegría, de placer, se emborrachó de sensaciones mientras bajaba poco a poco.
Finalmente, el manto vegetal que desde arriba había visto lo embebió.
Estaba lleno de magulladuras, un brazo no lo sentía, pero estaba feliz, muy feliz, condenadamente feliz.
Llamó al piloto por la emisora que éste le había entregado y le ubicó el lugar donde se encontraba.
Icaro había volado otra vez sobre el gran salto, y no sería la última.
Ramón Trecet
Cómo vive los partidos, cómo los sufre. Esta mañana estaba en una tertulia en la misma cadena y decía que no había dormido en toda la noche. Y me lo creo.
Magistral, soberbio, histriónico, llámenle como quieran, pero por favor, escúchenlo, sus comentarios no tienen desperdicio.
Cuando faltaban pocos segundos los ingleses se nos acercaban, los compañeros callaron mientras que él pegaba un grito:
Defensaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa y así casi un minuto sin parar.
Lo dicho, genial.