viernes, 17 de abril de 2009

VACACIONES

Preparar un puente a la playa supone un esfuerzo mental y físico que no todo el mundo puede soportar. Por mucho que se concentre uno, siempre habrá algo que se olvide. Veamos un caso concreto de unas vacaciones de Semana Santa en Benidorm.
La familia Martínez se va a trasladar desde Moratalaz hasta el pisito del la playa, bueno, a quinientos metros del agua.
Son siete, padre, madre, cuatro niños en edad de ser niños y el abuelo.
Desde el sábado anterior se están preparando las maletas para marchar el miércoles justo despúes de comer. Están mentalizados de que las colas de salida no se las quita nadie, ya son muchos viajes allí y muchas horas de espera.
Lo tienen todo previsto. A las siete de la tarde paran para tomar café y estirar las piernas en un área de servicio de carretera.
Por el camino, Pascual piensa que algo se le ha olvidado, pero no logra recordar lo que es. La duda le corroe, pero no consigue dilucidar qué es lo que no lleva.
A las nueve llegan al aparcamiento del piso. Comienzan a descargar los bultos y sigue sin caer que es lo que le falta.
A las nueve y cuarto, Pascual recibe una llamada al móvil.
- Dios, ese número, ese número. Piensa Pascual.
- Lo conozco, lo conozco. Comienza a sudar.
. Por fin contesta: Papá, voy a por ti, discúlpalme, pero algo ya barruntaba yo que se me olvidaba, tardaré poco tiempo, no te pongas nervioso, que ya llego.
El abuelo resopla en la gasolinera.

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