viernes, 26 de diciembre de 2008

Sabina y Viceversa

Esta noche tenía ganas de oir música. Me metí en el cuarto de los libros y busqué en la caja de las cintas. Tengo que reconocer que aún soy un negado para los MP3 y MP4, de hecho, no sé ni descargarme música. Algún día tendré que reciclarme, pero para eso hay que tener tiempo, ganas y alguien que te lo explique, aún no he podido juntarlos a los tres. Ya llegará.
Debo reconocer que me falta un lugar donde tranquilamente pueda disfrutar de un buen CD o casette, normalmente la radio me quita todo el tiempo.
Volviendo a mis cajas, todavía me esperan algunas reliquias: Triana, Antonio Flores, lo primero de Víctor Manuel, mucho Dire Straits, Antonio Vega, Mecano, Genesis, los Beeges, Silvio Rodríguez, Eros Ramazzoti, Modestia Aparte, Paco de Lucía, todo el flamenco que mi padre escuchaba, una cinta grabada con él contándome parte de su vida y que aún no me he atrevido a ponerla y alguna morralla de hace años que ahora no recuerdo.
Algunas se quedaron por el camino, y me da pena, por ejemplo, Radio Futura.
Pero esta noche tenía ganas de recordar, de echar la vista atrás, quizás motivado porque mi primo me ha regalado un maravilloso cuadro pintado por él y donde rememoraba nuestros años de juegos en mi casa de la Palmera, aquella donde pasé los mejores años de mi vida. Nunca los trazos de un pincel pueden haber reflejado tantos recuerdos, tantos sentimientos.
Cogí la vieja cinta Basf, con veintitrés añitos de antigüedad nada más, donde un amigo me había grabado a Joaquín Sabina en concierto con Viceversa, su grupo y colegas, como Javier Krahe. Esta era la música que nos animaba las tardes de estudio y trabajos en primero de bup. Tengo otros discos de Sabina, pero como éste ninguno. No me canso de oirlo. Desde Calle Melancolía, Juana La Loca, Pongamos que hablo de Madrid, Cuando yo era más joven, Rebajas de Enero, Pongamos que hablo de Joaquín, Princesa y tantas otras...
Aún no era tan cínico, recordaba más a La Mandrágora, pero ya demostraba una ironía y una profundidad en sus letras que lo hacían diferente a los demás.
Han pasado muchos años, más de veinte, pero es gratificante recordar, mirar hacia atrás, y sentir que has vivido muchas circunstancias, y que en cada camino andado ha habido una canción, una música que ha viajado contigo.

2 comentarios:

Reyes dijo...

Viví ese concierto en directo, en Sevilla, y fue increible.
También tengo el casette grabado, que lo guardo de recuerdo porque no soy capaz de tirarlo, suelo escuchar ese disco en CD.
Y que razón tienes con esas canciones que te transportan... cuando suenan los primeros compases de "entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre muñeca..." me veo en el Prado, con veintitantos años menos y al lado de quien creía que era mi vida, es decir, de quién no concebia la vida a su lado, y fíjate la de vueltas que me ha dado...

¡que alegría verte escribir tanto!

Antonio Aguilera N dijo...

Eran tiempos de cuando los trenes, eran animales mitológicos que simbolizaban: la huida, la fuga, la vida, la libertad.