domingo, 24 de agosto de 2008

Tres sonrisas

El sol se oculta tras la torre de la iglesia, y con él se va el tórrido calor del verano. Las ramas de los árboles comienzan a agitarse y el fresco del atardecer hace acto de presencia.

Los grados comienzan a bajar.

Es la hora de salir a respirar y disfrutar de un poco de brisa.

Cuando bajo por el ascensor un cosquilleo me entra por el estómago. No son nervios, es ilusión y emoción tras cinco días sin verlos.

Cuando llego a la plaza ya están allí corriendo de un lado para otro.

Un abrazo, dos, tres.

Primero ella, con sus seis años recién estrenados, sonrisa perenne, la dama de mi jardín. Le acaricio la espalda y me emociono con sus besos.

Después el travieso de la casa, el que vuela más que corre, el de las ocurrencias, el que no para en ningún momento. Su beso es cercano. Se sienta en mis faldas.

Por último, tomo en mis brazos al chiquitín de mi vida, con sus tres meses se deja coger moviendo su cabecita. Lo estrujo en mis hombros y lo acaricio.


Apenas una hora lo que puedo disfrutar de ellos, pero me dan la vida.

1 comentario:

Antonio Aguilera N dijo...

Eso, eso, amigo.Toda una vida por delante.

Precioso