sábado, 16 de agosto de 2008

moscas

Tenía sueño y aquél bicho le estaba amargando la siesta.

Dio varios manotazos pero no se iba.

Se incorporó sobre la cama y aprovechando que se había posado en la almohada, estampó la palma de su mano derecha con toda la rabia de la que fue capaz.

Al momento, un grito de dolor se oyó en toda la casa.

Había matado una avispa.


Moraleja: ¿ Moraleja ¿. Yo no soy nadie para dar lecciones de moral.

Bueno, moraleja: Nunca duermas una siesta sin
gafas.

No hay comentarios: