miércoles, 11 de julio de 2012

37 grados

Cruza la calle zigzagueando entre los coches que desesperan porque se abra el semáforo. Ella no mira nada ni a nadie. Va con la cabeza agachada, viste unas zapatillas de felpa rosas de otro tiempo, un pantalón amarillo chillón que asemeja un pijama, una camiseta que no adivino ver de qué color es y un chubasquero-abrigo rosa acolchado.  Su mata de pelo negro, rizado, sucio, dejado indica su estado. Pasa de los cincuenta, seguro. Miro el termómetro del coche, marca 37 grados.

Viene de comprar en el LIDL, cualquiera sabe qué, y se dirije a las 3.000.

Poco le importa la subida del I.VA., la eliminación de la deducción por vivienda, el encabronamiento supino de los funcionarios, ni siquiera la ley de dependencia.

A ella le preocupa llegar al día siguiente.

Y a ratos, ni eso.

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