Cae la tarde sobre la ciudad.
El sol se aleja por el Aljarafe dejando una estela de figuras fantasmagóricas de diversos colores a cual más fantástico.
El ruido es escaso.
Cae la tarde de otoño.
Un conejo cruza a varios metros e inicia una escapada fugaz a una velocidad endiablada.
El campo rezuma vida, el manto verde crece por minutos.
La encina solitaria es testigo diario de las idas y venidas de cientos de mirlos, pinzones, garcillas, que recorren el horizonte.
Huele a campo, a leña de chimenea, a humedad, a recuerdos y a nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario