domingo, 20 de noviembre de 2011

Elecciones 2011

Las encuestas eran claras y diáfanas, no existía posibilidad de error. Los mítines se desarrollaron según lo previsto, el otro candidato no fue capaz de sacar el conejo de la chistera que se esperaba, el viernes auguró un domingo radiante en votos, aunque el tiempo amenazara lluvia segura.

Sábado de reflexión, correr por el parque, salida con familia, relajación.

Y llegó el domingo que tantos años llevaba esperando, dos derrotas anteriores le habían marcado, se había hecho más fuerte ante la adversidad.

Antes de salir a votar con su mujer quiso salir a dar un paseo por el bosque cercano y oler el otoño como candidato por última vez, quizás a partir del lunes no tendría tiempo ni siquiera para respirar, y menos acudir a la naturaleza como solía para que ésta le aconsejara.

Dieron las diez de la mañana y el candidato no apareció a la hora avisada para votar.

El reloj del Ayuntamiento anunció las doce.

Los dos móviles apagados.

Dieron las tres de la tarde y...

Cundió la preocupación en sus más allegados.

Las seis de la tarde y nada.

La hora del cierre trajo consigo una euforia contenida en los votantes del partido.

La fiesta estaba preparada.

Los escrutinios dieron la mayoría absoluta del candidato.

Pero no hubo candidato con quién celebrar.

El bosque, el miedo, él mismo o las circunstancias, o un depende... como dicen en Galicia.

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