jueves, 6 de marzo de 2014

Primavera

Era por esta época cuando llegaban, así de repente. Una noche mirabas el cielo estrellado, con la tímida luna menguante, y al despertar, por la mañana, estaban allí.

Zigzagueaban aquí y allá, alegres por volver como cada año a hacer sus nidos en el viejo colegio, en el cuartel de la Guardia Civil abandonado, junto al viejo molino de agua o cerca de cualquier vecino.


Los pocos coches que había en Facinas, el autobús de Comes, llevando cada día a vecinos de médicos a Algeciras y alumnos de instituto por igual, con el genial Manolo, cuya capacidad para ver conejos entre los matorrales mientras llevaba el autobús era prodigioso, los albañiles que se afanaban en construir el nuevo cuartel, Bartolo, el hombre del saco, Mariana la estanquera, las furgonetas blancas cargadas de pan macho de la panadería de Mangas, con Corbacho, Yerga, Juan Noria ( mascota-man), y mi padre, Juanini, como espectadores diarios; todos éramos testigos de cómo las nubes que llevaba el levante se mezclaban con gallitos de marzo, los primeros cucos, las bandas de jilgueros, los verderones, las miles de cigüeñas y sobre todo, las golondrinas.

Hoy miro al cielo y las veo y ellas me miran, diciéndome que son las mismas que fueron testigos silenciosos de la juventud de un chico de los ochenta en mi querido pueblo, Facinas.

1 comentario:

un crochet andalou dijo...

bonitas palabras para tu pueblo...para tu infancia...bonitos recuerdos...