lunes, 8 de marzo de 2010

El bichito

Cae la noche en Puno.

En el pueblo, allá en el altiplano andino, viven no menos de doscientos vecinos. Pasan hambre y malviven de la agricultura.

Hacen fuego con excrementos de llama para calentarse, pues hay mucho contraste entre el día y la noche. Pasan de 30 grados a las horas de sol hasta los -5 grados de madrugada.

En una mísera casa de adobe, cuando los padres duermen, uno de los tres chiquitines se revuelve en el camastro inquieto.

Un minúsculo bichito sale de las grietas de una de las paredes, y otro, y otro, y otro, y así hasta cientos de ellos campan por la casa. Esta noche le tocará al pequeñín.

Le picarán, introducirán en su cuerpo el somnífero para que no despierte para comenzar a sorber sangre y más sangre, hasta cuadruplicar su tamaño. Ya saciados se retirarán a sus escondites.

Así una noche, y otra, y otra la vichuquita entrará en todos los miembros de la casa.

Quizás el bebé no llegue a adulto.

Un súbito desplome cuando parecía sano se llevó a un hermano y a su abuelo.

Así cincuenta mil personas cada año.

Los que vivan sabrán que el bichito les continuará picando todas las noches.

Nadie hará nada para erradicarlo.


Esto que he contado parece un cuento pero es la pura realidad de muchos pueblos de Perú, Bolivia e incluso Chile o Argentina.

Se conoce como el Mal de Chagas y poca gente está haciendo algo para intentar erradicar la enfermedad que no es nueva, pues se conoce mínimo desde hace un siglo.

Miles de personas han muerto ya o la padecen, pero son otros de " los olvidados".

Hay una doctora valenciana que ha desarrollado una pintura blanca con la que es capaz de esterilizar y matar las vichucas. Está luchando y consiguiendo resultados en el terreno, pero falta apoyo de los países involucrados.

Espero que esta denuncia sirva para que nos concienciemos de que hace falta más apoyo a las investigaciones.

1 comentario:

Antonio Aguilera N dijo...

La relativización de la vida humana se hace abrumadora en estos casos en los que la falta de recursos de las víctimas hacen que las grandes farmacéuticas no inviertan en ellos.
Ni haya un gobernante en cualquier rincón del mundo que se atreva a toserle a estas gigantes que se hacen ricos curando a unos pocos y obviando a millones