miércoles, 31 de marzo de 2010

Del burro al Ipod

Esta semana está siendo totalmente huérfana de escritos, motivada en parte por la visita a algunas cofradías y en parte porque quedé totalmente reventado tras el pregón, sobre todo, mentalmente, pero eso sí, safisfecho, muy feliz.
Casualmente, ayer estaba oyendo las retransmisiones de los pasos de Sevilla por Canal Sur y comentaron un gran avance: En diferentes lugares de la ciudad, puntos estratégicos del centro, se podía descargar al móvil, al MP4 o al Ipod, vía bluetoot, " El LLamador ", programa señero e histórico dentro de la Semana Santa sevillana.
Me puse a pensar, a echar la vista atrás, y dije como aquél músico ( creo que era Elíades Ochoa ) en el estribillo pegadizo: " Como cambian los tiempos, Venancio, qué te parece, qué te parece, Venancio, como cambian los tiempos ".
Pues sí, yo no soy muy mayor, ni siquiera llego aún a los cuarenta, pero recuerdo cuando pequeño que mi abuelo aún iba en burro e incluso yo haberme montado. Ayer lo comenté con mi madre y me dijo que hasta que yo tuve más o menos ocho años no tuvimos televisión en blanco y negro y el color llegó un poco más tarde. De acuerdo que en Facinas no estábamos a la vanguardia de muchas cosas, era un pequeño pueblo bastante atrasado, pero no hace tanto.
Algún amigo avanzado como Orencio sí se hizo con los spectrum cuando salieron, pero la mayoría de los mortales ni siquiera soñaba con un ordenador. En el colegio había uno y funcionaba más mal que bien. Aún me acuerdo como daba clases de máquina de escribir los lunes en Cádiz con dieciocho años. Recuerdo que me quedaba dormido dándole a las teclas.
De ahí a la tecnología punta de hoy en día, de la descarga de películas, de programas de radio, la TDT, la televisión a la carta, las conexiones vía satélite, los tom-tom, los avisadores de multas, los móviles con pantalla táctil, los niños en sus casas con ordenadores, esto es demasiao.
No hace mucho en Facinas cuando hacía levante se iba la luz y estábamos toda la noche con velas, y ahora donde no llegue el ADSL es un lugar totalmente atrasado. Somos esclavos de internet.
Intentaremos adaptarnos a los nuevos tiempos, otra no nos queda.

sábado, 27 de marzo de 2010

Pregón Semana Santa


Anoche vivimos otro de esos momentos que para mí quedan como mágicos.


Dar un pregón en tu pueblo es importante, pero dar otro en la Iglesia sobre un tema totalmente diferente, nuevo en muchos aspectos para mí, es más destacable aún.


Por eso, de nuevo mil gracias por los besos, aplausos y abrazos recibidos.


La mirada en algunos ojos me dijeron muchas cosas y todas bonitas.



Aquí dejo el texto para quién lo quiera leer:


PREGON SEMANA SANTA DE FACINAS
AÑO 2010

Buenas noches a todos:

Desde hace casi dos años mi vida ha cambiado mucho. Grandes acontecimientos que te hacen cambiar la forma de de enfocar la forma de entender la estancia en este mundo. En Mayo nació mi hijo Antonio, en Julio caí enfermo, en Agosto del 2009 fui el pregonero de la Feria de Facinas, en el mes de Diciembre conseguí presentar mi primer libro y en el mes de Enero de este año el padre Antonio me propuso ser el pregonero de la Semana Santa de Facinas, a lo que gustosamente dije que sí. Muchas sensaciones y ahora nos toca vivir esta última, no menos importante que las anteriores.

En primer lugar me gustaría dar las gracias por haber confiado en mí a la Asociación de la Divina Pastora de Facinas. Gracias también al Padre Antonio por darme esta oportunidad, a mis amigos de la asociación cultural “ La Atarjea “, a Juan José Serrano, mi presentador y presidente del Grupo de Adoración Nocturna de Facinas y en suma a todos mis queridos vecinos.
A esta humilde persona no le puede quedar más honor, tras los ilustres facinenses que han pasado por este altar y que me han precedido.

Por último antes de comenzar quisiera dedicar este pregón a mi familia que tanto me ha apoyado, a mi padre, que seguro me estará oyendo, a todos los hombres y mujeres de nuestro pueblo que han fallecido pero que dejaron huella entre nosotros y en especial a CHANI Iglesias , una luchadora de la vida a la que debemos apoyar entre todos y que seguro el año próximo estará pregonando para todos nosotros.

Y a vosotros que estáis aquí esta noche.
Saeta.
Sonaron las campanas de la pequeña parroquia construida a las faldas de la montaña anunciando la proximidad del horario de misa.
Llegó sin avisar.
José recogía ramas fuertes de acebuche para los junquillos del arado en la campiña cuando sintió una mano que se apoyó en su hombro derecho. Estaba agachado e hizo la intención de saltar, pero la voz del hombre le tranquilizó.
No temas, le dijo, no voy a hacerte daño.
¿ Quién es usted ¿, exclamó el mozo con cierto miedo.
Eso no importa hijo. La voz sonaba grave pero cadenciosa, tranquilizadora.
Dígame entonces qué quiere. ¿ Acaso un poco de pan, queso ?.
No necesito nada, gracias. Me han enviado para decirte que has sido elegido para una misión importante.
¿ Porqué yo ¿.
Porque en el pueblo todo el mundo sabe que eres de gran corazón y además el mejor carpintero de estas tierras.
¿ Y qué tengo que hacer ¿.
Tallarás dos figuras de madera para la parroquia de este pueblo. Una será de Jesucristo y la otra de la Virgen.
¿ Pero cómo, si yo sólo soy un humilde carpintero de arados y aperos de labranza ¿.
No te preocupes, hijo, él te guiará. Señaló hacia el cielo. Ahora márchate y cuéntale lo que te he dicho a tu mujer, que seguro se alegrará de la noticia. Ella te ayudará.
Cuando giró la mirada hacia el frente, el hombre ya no estaba.
José volvió rápidamente y le contó a María su encargo. Esta le animó a que lo llevara a cabo.
Era sábado. De todas las cortijadas fueron llegando gentes en burro, a caballo, o andando a la pequeña iglesia. El cura ofició en la puerta de la pequeña capilla, pues además de que el tiempo acompañaba, aún estaba cercano el paso de los soldados de Napoleón Bonaparte y los destrozos que en ella habían producido.
Esa noche José se acostó como siempre, cuando la leña de la chimenea comenzaba a hacerse rescoldo. Su sueño fue plácido.
Era domingo ya cuando lo vio a lomos de una borriquilla entrando en Jerusalem. No venía solo, una muchedumbre le seguía. El era Jesús y venía de Nazaret. En su rostro se adivinaba la felicidad, aunque en el fondo de los ojos había una plática de responsabilidad, de inquietud.
Sus seguidores traían ramas de olivo en señal de alegría y fiesta.
Con las primeras luces de la mañana José fue al bosque a lomos de su fiel burro y buscó el mejor tronco de cedro que halló. Cortó dos buenos trozos y los cargó a lomos del animal.
Ese mismo día, en el taller comenzó a dar forma a la figura. El sueño de la noche anterior le había abierto los ojos y tenía una primera idea de la tarea a realizar.
Primero el tronco, al que fue definiendo con los retazos de la memoria, cariño y paciencia, mucha paciencia.
El lunes volvió a soñar con Jesús: -.» Una mujer, María, le unge aceite en sus pies. Mientras Judas le espeta que porqué no lo ha vendido, Jesús les tranquiliza y les anuncia que la muerte se acerca. «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis “.
Al día siguiente, con la cara de María, José crea la figura de la Virgen Dolorosa a falta de ser vestida y algún acabado.La figura se le hizo más presente y al día siguiente pudo contornear brazos y piernas, marcando los dedos de las manos totalmente extendidos.
El Martes Santo en la madrugada, José se revolvió en el camastro muy inquieto. Sudaba a borbotones. Incluso María le oyó gritar en la noche algunas palabras que ella quiso entender: “ por treinta monedas le condenas, Judas“. Esa noche el gallo cantó tres veces.
La mañana luminosa trajo consigo un acabado casi perfecto del tronco, las costillas, la tela que cubría su cintura y la parte inferior de la cara: con la gubia fue capaz de marcar la definición de una boca perfecta, una barba oscura poblada y una melena que le caía hacia el lado derecho.

El Jueves Santo, José ve a Jesús rezar en el Monte de los Olivos. Siente en estos momentos miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él.
Esa noche, Jesús celebra la última cena, la Pascua judía, con sus doce apóstoles y tras el lavatorio de pies, anuncia a sus discípulos el deber de seguir su palabra y sus hechos cuando él desaparezca.
José se levanta triste, dolorido, no tanto por el fin de sus trabajos, sino porque se siente en parte responsable.
Al final de la jornada la virgen está finalizada a falta de un solo retoque, mientras que ha buscado en el bosque los pigmentos necesarios para dar los tonos de la piel y la sangre.
Dios, la sangre de Jesús que será derramada, llora José.
Saeta.
El Viernes Santo, José ve con sus ojos como a Jesucristo lo prenden y comienza su Vía Crucis por las catorce estaciones hasta ser crucificado con dos vulgares ladrones.
En el momento de ser colgado en la cruz la cara del hombre se muestra en toda su intensidad a José. Está sufriendo, mucho, demasiado.

Clavan sus manos a la cruz, sus pies a la cruz, él oye los golpes secos, mientras que en la cabeza le colocan una corona de espinas. El cuerpo del hombre se tensa, mientras que de manos, pies y cabeza la sangre comienza a manar.
El cuerpo de Pedro se estremece entre estertores cuando Jesús exhala el último suspiro.
El amanecer trae al imaginero buscando dos maderas largas con las que construye la cruz, clava en ella a la imagen, engoma una soga y la cruza alrededor de la cabeza de Cristo, pega las lágrimas en la cara de la dolorosa y se dispone a realizar su última tarea, la más difícil, la que resume una vida entera:
Define los ojos de Jesús en esta última mirada hacia el mundo, de abandono del cuerpo para el resurgir del alma, de entrega de su vida para el futuro de la humanidad.

Cuando finaliza, sus brazos, su cuerpo, su mente se vienen abajo y cae derrengado sobre las virutas de madera. Duerme durante dos días.
El Sábado Santo, el yacente es descolgado de la cruz, José asiste entre sueños como otro más de sus seguidores, pero entre ellos no hay llantos, pena, queda un halo de esperanza ante el mensaje que él les dio.

La buena nueva llega a todas las casas de Jerusalem el domingo. Jesús, el que había muerto en la cruz había resucitado y se hacía palabra para el mundo. El imaginero sabía que desde ese momento propagaría el nombre de Jesús en la Tierra.

Cada Viernes Santo, nuestro pueblo rememora esos acontecimientos, haciéndose más cercano el mensaje del todopoderoso de amor, paz y fraternidad. Cuatro mujeres cargan con la cruz por las empinadas calles de Facinas, luciendo orgullosas nuestro Cristo del perdón en el momento último de la vida, mientras doce hombres llevan bajo el paso ahorquillado la Virgen Dolorosa que llora la muerte de su hijo.

Muere el hombre, nace el Dios.

He dicho.

jueves, 25 de marzo de 2010

Charlas a medianoche

Eh, estoy aquí.

Sí, aunque no lo parezca no ando por las selvas del Orinoco ni me he tirado a la bartola, pero en primer lugar los resfriados no nos respetan ni a los presuntos inmunes, en segundo, las pocas energías que tenía las he ido dosificando para mis niños y para el pregón y en tercero, estoy falto de sueño.
Anoche por fin acabé el pregón que presentaré mañana, viernes de Dolores, en la Iglesia de Facinas a las 20.00 horas si llego a tiempo ( Espero que sí ). Espero que guste, es diferente a todos los que he leído y lo he intentado hacer lo más sencillo posible.
El sábado lo colgaré en el blog.
Me rondan varias historias en la cabeza, pero tengo que profundizar un poco más en ellas. Pero esta noche, mientras me duchaba me ha venido a la memoria la visión de un hombre que vivió cerca de mi casa en Facinas y que paso a relatar.
" Hoy he cenado una tortilla francesa, dos buenos trozos de chorizo, un cacho de queso y un poco de pan algo duro. Tenía esas ganas que tú me veías antes. Ya hacía bastante que no comía tanto por la noche. Tú siempre me decías que el chorizo por la noche se repetía, pues ya ves, aquí estoy yo con uno bien grande metido entre pecho y espalda.
Como oyes esta noche ha venido a estar con nosotros el levante. Ya hacía una semana por lo menos que no aparecía, lo echábamos de menos. Hoy se repartirá nuestras palabras por todo el pueblo, pero a mí me da igual. Supongo que a tí también.
Ya te comenté anoche que nuestra hija sigue bien, trabajando mucho, porque tú sabes cómo es ella. No se atreve a hablarme mucho, porque por el día duermo, aunque siento su beso en la frente cuando sale por la mañana. Algún día me pregunta por ti, y yo le digo que estás bien, que hemos estado charlando, como siempre.
No tengo ganas de ver la tele, por eso ni la enciendo. A veces me tomo un café en el bar de Perea, que sabes que está al lado de casa y veo el parte, más que nada por saber el tiempo que hará mañana.
He dejado el vino del todo. Quiero estar despierto para poder echar este ratito contigo, que tanta falta me hace.
Algún día me quedaré sin cosas que contarte, pero mientras tanto, a las doce estaré siempre aquí y me iré cuando las primeras luces aparezcan por la sierra.
Te quiero " .
El hombre sigue sentado en el escalón junto a la lápida de su mujer. Muchos le toman por loco, pero a él le da lo mismo.
Dedicado a Antonio Sánchez, donde esté.

sábado, 20 de marzo de 2010

La importancia de los tiempos en los verbos

Hoy quiero recordar la diferencia de contenido, o más bien, lo distinto que puede llegar a significar el tiempo verbal en nuestra lengua. Me aclararé un poco más:

Yo puedo decir:

Lola es luminosa, su mirada está cargada de vida, sus sentimientos son puros, es una buena persona, amiga de sus amigas, respetuosa y cariñosa.

Pero cuánto puede cambiar la frase si le cambio el tiempo en sus verbos.

Lola era luminos, su mirada estaba cargada de vida, sus sentimientos eran puros, era una buena persona, amiga de sus amigas, respetuosa y cariñosa.

Pero si además le agregamos esto, el asunto se hace mucho más grave: A Lola la asesinó ayer su exmarido en la puerta del Hospital donde iba a ver a su madre. Su exmarido no podía soportar que ella hubiera rehecho su vida hace ocho años.

Cumplió la maldita frase: " O para mí o para nadie ".

Hoy todos deberíamos ser Lola.

Descanse en paz.

jueves, 18 de marzo de 2010

Pregón de Semana Santa

Este año ha empezado fuerte en mi mundo de sensaciones.

Si a principios de año viví un torrente de ellas cuando hice la presentación del libro en Sevilla, ahora, dentro de una semana, viene otra.

El viernes de Dolores tengo cita con mi pueblo, bueno más bien, con la Iglesia de la Divina Pastora de Facinas.

He sido nombrado pregonero de la Semana Santa de este año y allí seguramente viviremos otra tarde de pasión, de emociones.

Aún no he escrito nada, pero en mi cabeza dan vueltas bastantes ideas que se plasmarán en un papel cuando ellas quieran.

Mañana por la tarde sacaré los últimos retoques a la talla que está aún por pulir. El encuentro con un imaginero en su taller y una llamada de teléfono del duende conileño serán los últimos retoques de la idea.

Estáis todos invitados.

lunes, 15 de marzo de 2010

" El buscador de guacas "

Para la mayoría de las personas este título no les dirá nada. No habrán oído hablar del libro y ni siquiera sabrán lo que es una " guaca ".
A mí me pasaba lo mismo hasta hace dos semanas que dí con él de casualidad, como debe ser.
" El buscador de guacas " es el primer libro de Luisa González, una escritora jienense afincada en Tarragona. Está publicado por Edhasa Editorial y si tienen oportunidad léanlo.
Es lo más parecido a Macondo y sus historias que yo haya podido leer.
La historia de un pueblo del Sur llamado el Salado a principios del siglo XX está tan bien construida, diseñada y plasmada en sus ciento y pocas páginas, que no quería que se acabara.
Disfrutaba cada letra, sentía que estaba viviendo algo diferente, un universo de realismo mágico en nuestra tierra.

El buscador de guacas es la pequeña historia de un personaje que se dedica a buscar tesoros escondidos, que lo hace no por vocación, aunque históricamente toda su familia se hubiera ocupado de ello, sino que es el destino quién le marca al personaje atravesar el Océano y plantarse en un pueblo perdido en un tiempo que presumiblemente no era el suyo.

El único pero que yo le pondría al libro es que se me hace corto, que la historia daba para bastante más, pero si tengo que destacar algo es la maravillosa sensación que te queda de haber digerido LITERATURA en mayúsculas.

No se encuentra fácilmente, quizás en bibliotecas o en ese sitio donde venden muchas cosas diferentes, sí, no tengo ganas de decirlo yo, de hacerles publicidad gratuita. Bueno, también está internet, que se puede conseguir en la red.

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes

Esta noche el cuerpo me pedía escribir un nuevo cuento, o darle otra vuelta de tuerca al cuento de anoche, pero la noticia de hoy me dejó con ganas de hablar de él.


Se nos ha ido uno de los grandes de nuestra literatura, un hombre con un universo propio que nos ha hecho amar la literatura y los libros, sus libros.
Me he puesto a pensar que nos ha tocado vivir una gran época de grandes hombres, de hombres a los que hemos sentido cercanos aunque ya no estén. Desde Fernán Gómez a Delibes, de López Vázquez a Benedetti, de Alberti a Cela o al gran Dalí y otros que están vivos, pero que algún día se nos irán de nuestra vida para la gloria: Ahí están Vargas Llosa o Gabriel García Márquez.
También reflexiono en voz alta pensando qué suerte tuvieron quienes pudieron conocer a Lorca, a Shakespeare, a Verne, a Valle-Inclán, a Gómez de la Serna, al mismo Cervantes, quienes vivieron su misma época sentirían seguramente una suerte inmensa de convivir con esos genios.
Pues nosotros debemos ahora cuando se marchan, recuperarlos de nuevo, hacerlos nuestros, vivirlos y sentirlos, pues su cuerpo no está pero sí su alma en forma de libros.
Hace poco leí de Delibes un libro llamado " Mujer de rojo sobre fondo gris " que me marcó, aunque no era la mejor época, no niego su valor literario.
Quién no recuerda " Los santos inocentes ", o " Cinco horas con mario ", que por cierto fue la primera obra de teatro que recuerdo haber visto, o Las ratas, o Diario de un cazador.
Es hora de sentirnos orgullosos de un gran amante de la naturaleza, de uno de nuestros grandes escritores en lengua castellana.

jueves, 11 de marzo de 2010

" Decadencia "

Los primeros rayos de sol comienzan a desplegarse sobre la gran llanura. A primeras horas de la mañana los esquivos animales del bosque salen de él a la búsqueda de pasto que va ya escaseando en esas fechas, pues la primavera va finalizando y el calor poco a poco se va mostrando más furioso.
Conejos, perdices, palomas, zorros, meloncillos, corzos, gamos y un sinfín de aves se despliegan aquí y allá en una perfecta y desordenada armonía. Pero de entre todos ellos destaca por su potencia, tamaño y virilidad el ciervo. Un gran macho de amplias cuernas olisquea el ambiente una y otra vez, no encuentra peligros acechantes, da una gran carrera y se para junto a la charca que va secándose alarmantemente y donde los reyes son las ranas con su croar matutino. Comienza a beber agua pausadamente, dos buitres sobrevuelan su cabeza varios metros por arriba, lo hacen de forma circular, sin apenas mover las alas, aprovechando las corrientes. Quizás tampoco hoy obtengan alimento, pero no desesperan, esa es su principal arma, la paciencia.
El sol hace su aparición majestuosa por las sierras de Oriente, no hay nubes a su alrededor. El macho levanta su gran cornamenta lentamente, y la vuelve a agachar para pastar entre ramales y cardos salvajes. Un sentido extremo de supervivencia le avisa de que algún peligro está cerca. Un solo segundo le basta para esquivar el hachazo del ser que sale súbitamente del barro.
Estira las patas y corre, corre a una velocidad endiablada hasta perderse entre la maleza de los primeros acebuches.
Las ranas cesan temporalmente su canto. Ellas también se han asustado. El hombre maldice su mala puntería, lo hace con gruñidos secos, enseña los dientes en señal de rabia. Era una buena presa con la que poder alimentar a la tribu durante varios días, pero el animal ha sido más rápido que él, quizás esté perdiendo reflejos. Vuelve tras sus pasos, bebe un poco del agua que minutos antes le ha servido de escondite y comienza el regreso al poblado. Le espera un buen trecho hasta llegar a él, así que come un trozo de la carne seca que ha traído y comienza la marcha hasta las cuevas de la montaña.
Aunque su mentalidad es bastante limitada, sus pasos cansinos denotan una sensación de fracaso de la que no puede escapar.
Quizás sea el momento de que jóvenes más fuertes que él sean capaces de tomar su puesto.

lunes, 8 de marzo de 2010

El bichito

Cae la noche en Puno.

En el pueblo, allá en el altiplano andino, viven no menos de doscientos vecinos. Pasan hambre y malviven de la agricultura.

Hacen fuego con excrementos de llama para calentarse, pues hay mucho contraste entre el día y la noche. Pasan de 30 grados a las horas de sol hasta los -5 grados de madrugada.

En una mísera casa de adobe, cuando los padres duermen, uno de los tres chiquitines se revuelve en el camastro inquieto.

Un minúsculo bichito sale de las grietas de una de las paredes, y otro, y otro, y otro, y así hasta cientos de ellos campan por la casa. Esta noche le tocará al pequeñín.

Le picarán, introducirán en su cuerpo el somnífero para que no despierte para comenzar a sorber sangre y más sangre, hasta cuadruplicar su tamaño. Ya saciados se retirarán a sus escondites.

Así una noche, y otra, y otra la vichuquita entrará en todos los miembros de la casa.

Quizás el bebé no llegue a adulto.

Un súbito desplome cuando parecía sano se llevó a un hermano y a su abuelo.

Así cincuenta mil personas cada año.

Los que vivan sabrán que el bichito les continuará picando todas las noches.

Nadie hará nada para erradicarlo.


Esto que he contado parece un cuento pero es la pura realidad de muchos pueblos de Perú, Bolivia e incluso Chile o Argentina.

Se conoce como el Mal de Chagas y poca gente está haciendo algo para intentar erradicar la enfermedad que no es nueva, pues se conoce mínimo desde hace un siglo.

Miles de personas han muerto ya o la padecen, pero son otros de " los olvidados".

Hay una doctora valenciana que ha desarrollado una pintura blanca con la que es capaz de esterilizar y matar las vichucas. Está luchando y consiguiendo resultados en el terreno, pero falta apoyo de los países involucrados.

Espero que esta denuncia sirva para que nos concienciemos de que hace falta más apoyo a las investigaciones.

jueves, 4 de marzo de 2010

Confesiones de un pecador

El padre Ambrosio acostumbraba a esas horas a dar su buena cabezadita sobre el cojín del confesionario, en primer lugar porque era lo más tullido que tenía, en segundo porque en la Iglesia se estaba fresquito y en tercero, porque en pleno verano, a las cuatro de la tarde ningún feligrés se atrevería a ir a buscarle. Roncaba después de un buen gazpacho reclinado, aguantando la cabeza con la mano derecha, cuando notó una mano que se posaba en su hombro.

Dio un respingo y se levantó de inmediato.

Padre, padre, decía una voz a otro lado de la rejilla.

¿ Quién eres hijo ?, estas no son horas de confesión.

Soy Pascualito, el hijo de Ramón. Necesito confesarme con usted, padre Ambrosio.

Ya te he dicho, que la hora es por la mañana o esta tarde, antes de misa de ocho.

Pero lo mío es muy urgente, padre, no puedo esperar. Lo he visto.

¿ A quién ?, hijo.

A él, al maligno.

El padre Ambrosio, cuya edad rondaba los sesenta, único párroco de la Iglesia de San Blas de la pequeña población sevillana del Madroño se terminó de despertar del todo. Llevaba poco tiempo allí, pero no le disgustaba el lugar, por lo menos podía comer caliente todos los días. Ser cura a finales del siglo XIX no significaba gran cosa, pero de hambre no moriría, de eso estaba seguro.

Para un burgalés acostumbrado a dar tumbos de pueblos nevados con frío y más frío, llegar a una tierra cálida, tórrida en verano, casi fue una bendición que el divino puso en sus manos.


¿ Cómo dices ?.

Padre, usted siempre nos enseña en las clases de catequesis que el diablo está entre nosotros, que tenemos que renegar de él, y que puede tomar muchas formas. Yo lo he visto con mis propios ojos esta tarde.

¿ Cómo ha sido ?, el cura no daba demasiado crédito, pero aún así mostró interés.

Venga conmigo y se lo mostraré.
¿ Ahora ?.
El chico parecía que hablaba en serio por el rictus que ponía con la boca. Estaba nervioso, mucho, demasiado quizás. Ni siquiera dejó que el cura reaccionara, tiró de la sotana con tanta fuerza que lo levantó del reclinatorio.
En diez minutos, niño y hombre salían del pueblo y tomaban un camino de vacas que salía al norte. A esa hora hacía calor, pero la umbría del bosque de pinos que recorrían mitigaba un poco sus sudores. Don Ambrosio arrastraba sus sandalias raídas, a duras penas alcanzaba al chicuelo que ya casi se le perdía tras el recodo.
Durante un tiempo que se le antojó eterno ambos subieron y bajaron la montaña, pero al doblar una de las curvas, cuando el camino comenzaba a despejarse de árboles, el padre Ambrosio comenzó a notar un olor diferente, distinto a todo lo que había sido capaz de percibir en sus años de vida. Le desconcertó mucho. Así anduvieron hasta que el carril terminó.
Don Ambrosio Vázquez de la Torre abrió la boca como para decir algo, miró al niño y se desmayó.
Lo que había visto era superior a todo lo conocido. Su obtusa mente no había sido capaz de asimilar aquello.
Solamente cuando el padre de Pascualillo les explicó a los dos qué era aquello, niño y cura, cura y niño se tranquilizaron.
" Aquello " era el Río Tinto.

lunes, 1 de marzo de 2010

" La tormenta perfecta "

Los meteorólogos últimamente son muy dados a ser protagonistas de la información. El fenómeno sufrido este fin de semana lo bautizaron como " la tormenta perfecta ". Perfecta no lo sé, pero jodida sí ha sido para mucha gente.
Nosotros en Facinas no vivimos ni por asomo las influencias de esos vientos huracanados, pero el sábado sí notamos una sensación extraña en el ambiente que tenía a personas y animales un poco mosqueados. La noche pasada lhabía llegado el levante, suave, pero por la mañana las rachas se hicieron más fuertes hasta que de pronto desapareció.
Calma chicha en el ambiente.
Nubes negras se movían a gran velocidad , sobre nuestras cabezas, lo hacían del mar a la tierra, pero no descargaban agua, algunas gotas quizás.
Un aire caliente, sofocante, empezó a recorrer las calles del pueblo, un aire que hizo dar vueltas agitadas a un grupo de buitres que sobrevolaban la sierra de Fates, pero lo hacían a una velocidad anormal, demasiado rápida, bajaban y subían descompasadamente.
El fenómeno extraño se mantuvo un buen rato, era la amenaza de algo, quizás lo más parecido al preludio de un tornado, un huracán, o un fenómeno similar.
La tarde trajo algo de lluvia, viento, más viento hasta que el calor desapareció completamente.
Fue la amenaza de algo que allí no explotó.