Sintió una ráfaga de luz a su espalda.
Ese y no otro, fue el último recuerdo que tuvo.
Antes, miedo,
Esperanza
Fuerza
Estos fueron los sentimientos que tuvo en las horas de su cautiverio.
Y la de los que sufrimos con él contando las horas
Los minutos,
Los segundos.
Al fin, la nada más absoluta.
Y los llantos.
La indignación.
La incomprensión.
Jamás una muerte se lloró tanto.
Por el amigo, por el conocido, por su juventud, por la injusticia.
Han pasado quince años.
Sigo sin comprendar nada.
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