Hoy es uno de esos días en los que apetece solamente hacer una cosa: Sentarse en el patio a contemplar la lluvia caer, con un buen libro en las manos y dejar que el cielo se manche de negro, que pierda su tonalidad acostumbrada, que el sol no quiera trabajar y que las estrellas se tomen un descanso en el guiarnos por el mundo.
Ni obligaciones, ni niños, ni carreras, ni coches, ni siquiera radio, solamente agua y más agua castigando la mesa de cristal, dejando que las canaletas del techo marquen el camino a seguir hasta llegar hasta el suelo.
Es un día para que los sentidos se desparramen, los recuerdos se mezclen con las miles de gotas, y la naturaleza se muestre con fuerza.
Hoy es un día de esos que llamamos especial.
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