martes, 21 de enero de 2014

La búsqueda

En las esquinas de tu casa te busqué, más no te encontré.

Por el parque donde solías pasear con tu perrita quise verte, pero no hallé ni tu ausencia.

En la playa donde ahogabas tus anhelos, tus frustraciones, tus ilusiones.

Quise verte entre la multitud que atravesaba la calle yendo y viniendo.

En un vagón de metro en hora punta, entre solitarios, como solías decir.

Los antros donde siempre acababas tras una noche de locura, frenesí y desmadre no sabían de ti.

Por momentos dudé si realmente existías.

Te busqué entre mis recuerdos.

Y allí si estabas.

jueves, 9 de enero de 2014

Próxima estación: Sol

Llego tarde, como casi siempre. Maldita sea, el despertador no sonó, o si lo hizo, mi sueño pudo más que él, seguramente mi brazo dió el golpe preciso para dormir media hora más.

Bajo las escaleras esquivando gente que también va como yo, con prisas, a esta hora el metro está impracticable, como diría un famoso periodista en su crónica radiofónica.

Meto la tarjeta mensual, el torno se abre, sigo corriendo por los interminables pasillos, otras escaleras más, una curva a la derecha, miro el monitor de soslayo y veo que el próximo tren llegará en ...

Un minuto.

Dios, me voy a ganar otra del jefe, menos mal que es viernes y tendré dos días sin verle la cara, y ahora que estamos de medio E.R.E., pues la tensión se corta entre todos.

Esquivo a un músico que toca su sitar en una esquina, casi le tiro el poco dinero que hay en su gorra, casi llego.

El andén está a rebosar, llega el metro, empieza a entrar personas, pero si viene lleno ya. No entro, por más que intento empujar no consigo meterme antes de que el martilleante pitito avisa de que las puertas se cierran.

El próximo será, espero que no tarde mucho.

Contemplo los carteles de publicidad, todos atractivos, para quién tenga dinero.

El metro se va acercando, oigo su sonido cada vez más fuerte.

Llevo casi una hora de retraso.

Dios, hoy me despiden.

Junto a mí, un chaval sale corriendo justo cuando me dispongo a tomar sitio para entrar, me adelanta y...

Suena un chirrido final.

El tren no puede frenar.

Maldita sea, otro retraso más.

Ahora pasará como casi todos los días.

Un loco menos.

La línea cerrada, nos trasladarán en autobús.

Y yo seguramente me ganaré una reprimenda.

Espero que no sea la última.