lunes, 28 de noviembre de 2011

Otoño

Regresando a Goñi y su concierto, una de las canciones que me sabía de memoria, radiografió la biografía de esa misma canción con un tono duro y doloroso.


De allí nace esto:


" Paseo por el parque en estas tardes de otoño que expulsan sentimientos a la misma velocidad que el sol se marcha tras el horizonte de la ciudad.


Mi retoño juega con otros niños, yo lo sigo a media distancia, le dejo hacer, comportarse con naturalidad, mientras mis pies pisan hojas secas de tristes árboles.


Es en este momento cuando pienso en ti, no quiero saber dónde, ni siquiera si estás, simplemente a mi mente fluye una palabra sin respuesta. No es que no la haya buscado, miles de veces, durante muchos años, pero ya desistí, hace demasiado tiempo.


¿ Porqué ?.


¿ Porqué te marchaste dejándonos a mamá y a mí solos ?.


¿ Porqué ni una mísera explicación ?, un algo a lo que agarrarme, una esperanza, un yo que sé.


Y pienso que nunca paseé antes por el parque agarrado de tu mano.


Y que nunca pisamos juntos las hojas secas que al pisar levantaran ilusiones.


Y las puestas de sol que no compartimos.


No te tengo odio, ni rencor, ni siquiera indiferencia.


Cuatro gotas se mezclan con el suelo, huele a otoño.


Es otoño en mi.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El viaje a muchas partes

El joven hombre mira tras el cristal del autobús que le traslada de un pueblito a otro. Hace frío, los campos están helados, es temprano.

Llegará pronto a su destino, cuando el sol comience a ganar la batalla. Recorrerá los cientos de metros que le separen del Ayuntamiento o del único colegio, pues el bus le dejará a las afueras.

Hoy toca doble sesión: por la mañana niños, por la tarde adultos en la casa de la cultura.

Su fisonomía no es de esta época, tampoco su profesión; alto, escuchimizado, una gran mata de pelo negro en la cabeza, imberbe barbilampiño, zangolotino, sonrisa picarona, cuentero de profesión, inquietud y sensaciones.

No conoce a Fernán Gómez, ni " El viaje a ninguna parte ", pero es un gran juglar de nuestra época.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Elecciones 2011

Las encuestas eran claras y diáfanas, no existía posibilidad de error. Los mítines se desarrollaron según lo previsto, el otro candidato no fue capaz de sacar el conejo de la chistera que se esperaba, el viernes auguró un domingo radiante en votos, aunque el tiempo amenazara lluvia segura.

Sábado de reflexión, correr por el parque, salida con familia, relajación.

Y llegó el domingo que tantos años llevaba esperando, dos derrotas anteriores le habían marcado, se había hecho más fuerte ante la adversidad.

Antes de salir a votar con su mujer quiso salir a dar un paseo por el bosque cercano y oler el otoño como candidato por última vez, quizás a partir del lunes no tendría tiempo ni siquiera para respirar, y menos acudir a la naturaleza como solía para que ésta le aconsejara.

Dieron las diez de la mañana y el candidato no apareció a la hora avisada para votar.

El reloj del Ayuntamiento anunció las doce.

Los dos móviles apagados.

Dieron las tres de la tarde y...

Cundió la preocupación en sus más allegados.

Las seis de la tarde y nada.

La hora del cierre trajo consigo una euforia contenida en los votantes del partido.

La fiesta estaba preparada.

Los escrutinios dieron la mayoría absoluta del candidato.

Pero no hubo candidato con quién celebrar.

El bosque, el miedo, él mismo o las circunstancias, o un depende... como dicen en Galicia.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mi infancia son recuerdos...

Mi infancia son recuerdos de un patio de Facinas, grande, inmenso, destartalado, y con una palmera en el centro que era el orgullo del pueblo. En ella tenían cobijo cientos de gorriones, estorninos y algún que otro pajarillo migratorio, además de lagartijas, culebras como puños que trepaban por su tronco en primavera cuando las crías comenzaban a piar.

Había otro contiguo con un pozo de agua cristalina que jamás se secaba, justo enfrente estaba el zaguán que nos resguardecía del calor del verano en las tardes aburridas donde el único divertimento era jugar a las cartas.

En el patio pequeño jugábamos al golf con una caña en un agujero en la tierra entre los rosales que mi madre se esforzaba por mantener inútilmente. Las flores rosas de la buganvilla se desparramaban sin orden ni concierto movidas por el viento de levante.

El lugar de todas nuestras batallas era el patio de la palmera, como todos la conocíamos. Cada noche, un ejército de linternas se acercaba a su base para alumbrar a los pájaros en sus nidos y dispararles con las escopetas de plomos. Nunca pasó nada porque había un acuerdo tácito entre los chavales de organizarse para evitar tragedias.

Las tardes, después del cole,eran para jugar al fútbol y cómo no, al baloncesto, que en aquellos tiempos puso de moda un tal Corbalán, un Larry Bird y un Michael Jordan. Un aro metálico amarrado al tronco era nuestra canasta, allí marcábamos los tiros libres, los triples y hasta los mates si conseguíamos subirnos a la base de la palmera. El empedrado de chinos múltiples desordenados no era la base más idónea, pero nos apañábamos. A veces la canasta tenía red, las menos, y otras había que cambiar el aro cada dos por tres, nada importaba. Tampoco que mi padre el pobre tuviera que dormir esas horas, mi madre salía cada dos por tres a montarnos la bulla, pero era parte del juego.

La pila donde mi madre lavaba era otro ingrediente más del patio, recuerdo las batallas con barquitos de plástico y... los gaticidios que debía hacer cada cuatro meses porque mi gata Matilde era la más ... del pueblo, así que como nadie quería gatitos pues imagínense donde acababan los pobres.

Siempre tuvimos animales, muchos, muchos y de todas clases: Cochinos que mi madre amamantaba con un biberón, palomas cuyo caldo del puchero era parte de nuestra cena diaria, gallinas americanas que eran más pequeñas que las normales pero mucho más agresivas, conejos, lagartijas, y hasta ratas que se comían los huevos.

Había una gran pieza de pizarra como la de los colegios y en ella pintábamos.

El sábado descubrí que las hojas de la palmera se habían secado.

Al principio sentí pena, luego comencé a pensar cuantos buenos momentos pasamos allí y me propuse que una vez al año deberé visitarla, aunque sea un ser muerto, muerto menos para mí.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Diez centímetros

El maravilloso concierto de Carlos Goñi anoche me inspiró varios cuentos y muchos muchos otros nuevos sueños por cumplir.Este es el primero que ha salido.

Miles de kilómetros y un océano.Dejamos una familia allá, tres hijos, cinco nietos.

Sueños por cumplir.

Un mundo nuevo, luchas y más luchas por sobrevivir al día a día.Ahorros mensuales que cruzan el charco de regreso.

Sentimientos que viajan por internet.Nuevos nietos a los que querer abrazar y no poder tocar.

Nuestras vidas se agarran a la esperanza... A la esperanza de diez centímetros.

Esa que nos abre las puertas de un trabajo más digno.

La que nos harían pensar que los callos en las manos no son en balde.

La de mi mujer y la mía, ella y yo, yo y ella.Recuerdos que se aplazan.Diez centímetros que abren puertas y que cierran pasadizos.

Quisiera guardar en un cajón mis miedos, pero pienso que no cabrían.

No puedo.

No, mientras que no tenga en mi cartera esos diez centímetros de un cartoncito delgado.

La visa es nuestro futuro y por ella lucharemos y...

moriremos si hace falta.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Elecciones 2011

Ya estamos en campaña, faltan diecinueve días para el gran momento, lo que todos esperábamos, tanta ansiedad reprimida, tanta inquietud, tanto desasosiego, tanto nadar para llegar a la orilla y...

Qué más da.

Qué más da quién nos gobierne, quien nos dirija a su antojo, quién nos maneje a su antojo, quién meta a sus amiguitos a trabajar dejando a tantos en la calle.

Con cinco millones de parados, qué podemos esperar de unos políticos que viven alejados de nuestro mundo.

Ahora que estamos vivos, luchemos por cambiar la sociedad que tenemos, hagámosla más humana, más verde, más honesta y sobre todo más nuestra.

Nos va nuestro futuro en ello.