viernes, 26 de junio de 2009

El rey del pop

Aún recuerdo aquel fin de año en Facinas sentados ante el televisor.

Era el año 1987 y yo tenía 16 años.

El vídeo nos asombró, salimos a la calle despúes de las uvas a casa de unos amigos con nuestros padres con la sensación de que habíamos visto algo diferente, nuevo, deslumbrante.

Era una mezcla de miedo con música de baile totalmente desconocido para nosotros.

Ahora mismo, mientras escribo esto, me lo he bajado de Youtube y sigue asombrando.

La música, los caracterización de los muertos, la cara de Michael, medio zombi, media persona impactante.

Y la risa final...

Seguramente el vídeo más impresionante que haya visto.

De Michael Jackson me ha interesado su música, no el personaje y todo lo que lo rodeaba.

miércoles, 24 de junio de 2009

Cumpleaños feliz

Ayer cumplí un año.
En el carnet no pone eso, dice que me queda poco para los cuarenta.
Pero hay veces que una circunstancia concreta, un hecho puntual, un acontecimiento, hace que a partir de él, haya un antes y un después.
Una cosa de esa me ha pasado a mí.
Esa enfermedad que durante mucho tiempo ha sido tabú para mucha gente llamó un día a mi puerta hace más o menos un año.
Vino sin avisar y con intenciones de quedarse, pero en esos momentos la mente humana reacciona como nunca pensé que podría hacerlo y le dijo vete de aquí ya, márchate, no quiero verte y ... la medicina hizo lo demás.
Ha pasado casi un año, mi cuerpo está rozando la normalidad, mi mente está pletórica y mi vida ha cambiado para bien.
Han llegado el optimismo, la alegría y la felicidad para quedarse una buena temporada.
Bienvenidos sean.
Por todo ello ayer cumplí un año y lo quiero celebrar por todo lo alto.
Este verano va a ser intenso y vosotros seréis testigos de ello si os asomáis por aquí de vez en cuando.
Lo prometo.

viernes, 19 de junio de 2009

El plan perfecto

Durante cuatro largos años, el directivo de la editorial se dedicó a madurar un plan para reventar el mercado mundial.
Tenía que crear una historia lo más misteriosa posible pero que llegase a la gente con facilidad.
La referencia era Dan Brown y su " Código da Vinci ", con argumentos más o menos inventados, una dosis alta de intriga y unos toques históricos fue capaz de vender millones de ejemplares en todo el mundo.
Una sibilina campaña publicitaria adornada con la muerte real del escritor varios años antes, una historia que fuese captando la atención del lector con un primer libro, una portada rompedora y cautivadora al mismo tiempo, un título largo pero impactante y un país exótico de referencia, pongamos que Suecia.
Ahí estaban los ingredientes para que el primero fuera el punto de partida de un misterio sin resolver, que se continuaría con un segundo título no menos deslumbrante y cerraría la trilogía con otro del mismo estilo con un final puede que abierto.
Ahora solo tenía que poner nombre a su invento, lo llamaría Millenium.
¿ Qué haría cuando ésta se acabara ?.
A lo mejor aparecía algún libro a medio escribir del autor, o algún manuscrito en un cajón olvidado, o que su hermana tuviera lo que primero escribió, o quién sabe si no murió de verdad...

Vicente Ferrer



Ha muerto Vicente Ferrer, el hombre que rompió con la hipocresía y la burocracia de la Iglesia para dedicarse durante toda su vida a lo que siempre quiso, a ayudar a los pobres de la India, a los más desfavorecidos, a los sin techo, a los que no tenían nada.

Hay personas que mueren en vida, hay otras que viven después de muertas, pues este hombre sencillo y humilde vivió intensamente para los demás y seguramente que a partir de ahora cuidará de muchos miles de personas allá donde esté.

Que le pregunten a los hombres, mujeres y niños que le adoraban si no se merece la calificación de santo, quizás se quede pequeña.

H

jueves, 18 de junio de 2009

Una ciudad de ensueño



Toledo




























¿ Realmente estuve allí?

Quizás sólo la soñé.

Fue todo tan fugaz.

Necesitaría muchos días y horas para saborearla, bebérmela, degustarla y asombrarme con sus calles, arcos, puertas, iglesias, monumentos.

Toledo, un encuentro con la ciudad del Greco.

Ahí quedan unas pinceladas.

Disfrutádlas.














martes, 9 de junio de 2009

Autobuses de línea

Necesitaba escribir, no es que lo sintiera es que era pura necesidad.

Un encargo así no se podía rechazar y menos a un simple aprendiz de escritor que apenas llegaba a fin de mes con lo que salía de su pluma.

Eran tiempos prometedores pero difíciles.

Se sentó frente al cuaderno con la pluma en su mano y esperó a que las ideas llegaran pasaran de su mente al papel.

Pero esta vez la inspiración no llegaba.

Y el plazo estaba próximo a su fin.

Comenzó a ponerse nervioso, bebió una cerveza, luego otra. Tiró el botellín vacío a la papelera.

Se levantó, fue al cuarto de baño y se echó agua abundatemente por la cara y cabeza.

La llamó pero esta no llegaba.

Pensó en llamar a alguien para despejarse, pero abandonó la idea.

El sol marcó la línea del horizonte y se despidió de él.

La luna tampoco le trajo buenas nuevas.

Pasó la noche desesperándose, ni siquiera comió.

Ya por la mañana, cogió el primer autobús que salía de la estación. Ni siquiera sabía donde iba.

Fue dormido todo el trayecto hasta que el conductor le avisó que había llegado.

¿ Donde ?

Al final del trayecto.

¿ Cual es ?

El mar.

En ese momento pensó en que a veces la inspiración viaja en un autobús de línea que nos lleva a nuestro destino.

sábado, 6 de junio de 2009

Ese hombre solitario

Alguien abre la puerta de la cafetería.
A esa hora está repleta de madres y algún padre solitario esperando a sus hijos que lleguen de las actividades extraescolares.
Es jueves, pero da igual, todos los días lo mismo, excepto sábados y domingos que está cerrada.
En la calle hace calor, la primavera está agotando sus últimos estertores, se aproxima el verano. Dentro hace ya tiempo que funciona el aire acondicionado.
El local es acogedor, no hay ruidos estridentes, la tele está puesta pero sin ruido, las camareras son amables sin caer en el empalago y las sillas permiten pasar más de media hora sin que te duela la cabeza.
En la esquina del bar, junto a los servicios hay una pequeña mesa con dos sillas. A las cinco de la tarde llega él, sin hacer ruido, sin querer molestar. Se sienta en la silla de la izquierda y apoya un maletín compañero raído por el paso de los años y los avatares, en la otra silla.
Alejandra, la camarera, se acerca con educación, le da las buenas tardes y él responde cortésmente. Pide un café con leche. Ella se va.
Saca un cuaderno, una pluma y agacha la cabeza. Las ideas le surgen espontáneamente mientras sorba distraído el café. No le importan los niños, alguna vez le ha regalado caramelos a uno que se le acercó, se concentra en las hojas que tiene delante.
A las siete de la tarde se marcha. Paga la consumición y se despide.
Así, un día, y otro, y otro, siempre a la misma hora de llegada, puntual, como si el compromiso con la escritura le obligara a mantener un orden concreto que afectara también a las horas. Igual con la partida. Nunca se le ha visto con nadie, siempre solo, acompañado de su cuaderno.
La camarera ha estado tentada a preguntarle quién era o qué escribía, pero entendía que podría ser impertinente. Además, él tampoco daba pie a muchas concesiones.
El hombre destaca por su barba blanca, porte altivo y voz ronca, fuerte, dura, convincente. Ronda los setenta años.
Dan las cinco en el reloj de la cafetería. El no aparece, la camarera se extraña, sale incluso a la calle buscándolo con la mirada. Pero nada.
Al día siguiente, al pasar la tercera página del ABC, Alejandra ve la foto del hombre que todos los días venía a escribir.
Es la sección de obituarios, y él se llama JOSE ANTONIO GARMENDIA.
Una lágrima cae por su mejilla.
Recorta la foto del periódico y se la lleva a su casa.
Al día siguiente, la foto de José Antonio Garmendia está colgada en un cuadro encima de la mesa donde él siempre escribía, su mesa.

miércoles, 3 de junio de 2009

Quim Monzó

Cada semana acudo a la biblioteca a consultar qué novedades han salido, rebusco en los libros viejos, descatalogados, e incluso algunas veces me compro alguno, porque el director tiene el buen acierto de poner de vez en cuando ejemplares antiguos a dos euros.
Desde hace un tiempo me pica el gusanillo de los cuentos, en primer lugar para aprender, que me gustaría y en segundo para descubrir la imaginación y el gusto que tienen algunos escritores por este género desconocido por mi hasta hace bien poco.
Después de deleitarme con " Los cuentos del Mediodía " de Luis del Val, creía que no iba a encontrar algo del mismo nivel, así que le pregunté al bibliotecario que me aconsejara. Me dijo, llévate a Jorge Bucay, pero algo me arrendró y no me decidí por él. Sin embargo, había un libraco de casi quinientas páginas de Quim Monzó, escritor del que había oido hablar de él, pero no tenía ninguna referencia. Se titulaba " Ochenta y seis cuentos " y había sido traducido del catalán, donde según el prólogo lo consideran una eminencia, habiendo sido distinguido con un montón de premios.
Durante dos semanas lo tuve en mi mesilla, pero los intentos de leerme el primer cuento no fueron muy productivos que digamos y decidí abandonar. Por desgracia para mi, había vuelto a la maldita costumbre de dejar a medias o al principio un libro empezado. Hacía mucho tiempo que creía desterrada esa manía de mi lectura, pero volvía a caer, cual vicio incurable.
Pero la tarde que lo iba a entregar, en un impás que me dejaron mis hijos, entré de lleno en uno de los cuentos mediado el libro y me enganché de tal manera que le pedí renovarlo quince días más.
Hay tal variedad de registros, conceptos, que me deslumbró. No hay un padrón único, van desde relatos eróticos, históricos ( sentimientos supuestos de Ulises en el Caballo de Troya, homínido comenzando a hablar, genial, uno de los mejores cuentos que he leído nunca, con un final deslumbrante, para enmarcar ), irónicos, de pareja, de soledad, desamor, macabros, filosóficos, literarios, me pierdo y no acabaría.
El jueves pasado lo devolví con un regusto raro. Había disfrutado tanto que aún me daba la impresión de que faltaban historias por leer, algo nuevo que ofrecer. Quizás vuelva a él de nuevo pasado un tiempo.
Ahora estoy enganchado a cuentos de la guerra civil española, se llama " Partes de Guerra ".
Espero encontrar algo más que dolor.

Un salto al vacío

Hoy ha venido a mi memoria un suceso que me ocurrió una mañana de primavera, tal como las que estamos viviendo estos últimos días, hace ya unos años.
Iba como casi siempre, corriendo porque salía tarde de Hacienda y llegaba tarde a otro sitio, ni recuerdo ni viene al caso.
La cuestión es que pasaba delante de un bloque de pisos, cuando de pronto, de la terraza de una quinta planta de uno de ellos, vi como un chaval de unos treinta años más o menos, abría el balcón, cogía carrerilla y se tiraba al vacío, yendo a parar a una pista de futbito de tierra.
El golpe sonó seco y el chico no se movió.
Intenté acudir, pero varias personas de un ambulatorio cercano también habían visto la caída. Solamente pudieron comprobar que estaba muerto.
Pasé todo el día pensando, pero después se me fue de la cabeza.
Ahora viene a mi mente ese recuerdo en el que se me mezclan las imágenes con una sola inquietud o quién sabe, si curiosidad.
¿ Porqué ?.
Qué pudo haber llevado a ese chico a cometer ese disparate.
Nunca lo sabré.
¿ Cómo se puede valorar tan poco la vida ?.
No hay nada que justifique un suicidio, nada, por lo menos en mi opinión.

lunes, 1 de junio de 2009

La importancia de los pronombres

Despertar, desear, sentir, querer, besar, acariciar, amar, vivir.

Verbos que no transmiten en sí la calidez necesaria.

Pero cuánto significado toman al agregarle dos simples letras unidas.

Despertarte.

Desearte.

Sentirte

Quererte.

Besarte.

Amarte.

Vivirte.

Violencia en la tele

Esta mañana, desayunando en una cafetería, vi una imagen que casi me hace vomitar la tostada.

En horario infantil, ese que los niños aprovechan para ver algunos dibujitos antes de ir al cole, en Antena 3, un descerebrado se liaba a puñetazos con su exmujer delante de su hija vestida de comunión.

No sé qué es más repobable, si la acción del sujeto o el morbo de captarlo y transmitirlo por televisión. A los diez minutos, llegué a la conclusión de que están los dos al mismo nivel, ya que volvían a repetir las imágenes en la cadena.

Es vergonzoso que alguien pueda abusar de su fuerza ante seres indefensos, pero más lo es cuando se trata de su propia hija.

De la falta de escrúpulos de televisiones como Antena 3 y Telecinco hablaremos otro día.

Si me queda estómago para ello.