jueves, 15 de enero de 2009

Crónica de un suicidio anunciado

19.00 h
Los trozos de espejo se resparten por el cuarto de baño, mezclándose con la sangre dispersa aquí y allá.
Un hombre yace muerto en el suelo.
10.30 h.
- Karl, definitivamente el diagnóstico de su enfermedad es esquizofrenia severa, acuciada con transtornos de personalidad.
. Pero doctor Martins, yo creo que es una depresión. Los problemas en la oficina, los niños, la crisis, todo se mezcla en mi mente y me hace estar un poco desorientado.
- Hágame caso y no se preocupe. Ahora le voy a recetar unas pastillas, por favor tómeselas. La semana próxima nos veremos a la misma hora y me cuenta cómo va. Confíe en mi.
- Ah, un último consejo, procure no estar solo, cuéntele a su mujer todo lo que hemos hablado aquí y que le cuide. Suerte.
. Gracias doctor.
13.00 h.
* Cariño, voy a salir con los niños al supermercado. Comeremos allí.
* ¿ Estás bien ?, tienes mala cara.
.Quizás sea el estrés de la oficina, que me tiene un poco cansado. No te preocupes por mi, sé cuidarme.
* Un beso.
17.20 h.
¿ Cómo te llamas ?
Me llamo Carl Engels.
¿ Te sientes diferente ?
Sí, creo que como todo el mundo.
¿ Eres feliz ?.
Uhm... .
¿ Quieres esta vida que llevas ?
No lo sé, a veces creo que no.
¿ Sabes quién eres, Karl Engels ?.
En ese momento, un sudor frío le comienza a recorrer todo su cuerpo, se toma su tiempo y responde ante el espejo:
No sé quién eres.
18.30 h.
La puerta está cerrada por dentro, un grito ahogado resuena en toda la casa.
18.40 h.
El teléfono móvil suena varias veces... Nadie contesta.
El doctor Martins teme lo peor.
19.05 h.
Una sombra cruza ante el trozo de espejo que se mantiene en la pared.
¿ Será Karl Engels ?.

jueves, 8 de enero de 2009

" No hay esperanza "

Muchas veces una noticia en la radio o en la televisión te conmueven de tal manera que es difícil quitártela de la mente durante horas e incluso días. Esta mañana oía un informativo cuando un periodista de RNE denunciaba la situación de los niños de este conflicto que no sé que nombre ponerle. El caso es que me puse a pensar, comencé a sufrir y me salió esto:

Fatma tiene cuatro años.
Hace unas horas tenía a su madre, ahora está sola.
Su madre está junto a ella, pero es un charco de sangre inerte.
El silencio se ve sacudido de vez en cuando por un silbido seco que precede a otro misil más.
Después, humo, polvo y silencio de nuevo.
Fatma no tiene hambre ni sed, aunque hace mucho tiempo que no come ni bebe nada.
Fatma no grita, su voz se quebró hace unas horas.
Tiene sus manos ensangrentadas, su trajecito manchado de tierra, sangre y polvo.
Fatma se agarra a su madre, la abraza y llora.
Muchas lágrimas ha derramado ya, pero siente que tiene que seguir llorando.
No anda, no quiere, no sabe, no puede.
Fatma no entiende nada, no sabe qué es Israel, no sabe de luchas, de territorios, de políticos, de guerras, de invasiones.
Ni siquiera sabe si su país es Palestina o de dónde es.
Fatma quiere que alguien venga a socorrerlas, a ella y a su mamá.
Fatma está sola.
No hay esperanza para Fatma.

lunes, 5 de enero de 2009

La noche más especial

Voy un poco a la carrera porque en una hora me marcho a la cabalgata y cuando vuelva no creo que tenga cuerpo para escribir nada más, estaré muerto, pero feliz.
Este año mi princesa va de eso, y yo la acompaño cargando con los caramelos. Repartimos muchos, demasiados quizás, pero la cara de satisfacción por ver tantas ilusión de tanto niño y adulto lo compensa todo.
Este año voy a pedir a los Reyes que pueda escribir aquí más a menudo y alguna cosilla que me hace especial ilusión, esperemos que salga. Vosotros seréis los primeros.
Que tengáis suerte.
Me voy, adiós....................................................

Uno de Enero

Esta vivencia la debería haber colgado aquí aquel Uno de Enero, pero las conexiones no siempre están donde uno quiere. Aunque un poco tarde, ahí va:


Cada Uno de Enero acudimos a la playa de Bolonia, si las circunstancias no lo impiden. Es para nosotros una tradición que en condiciones normales no nos solemos perder. Este año pensábamos que no podríamos cumplirla pues el tiempo previsto era de lluvia y más lluvia. Pero esta mañana el sol estaba radiante en el cielo, alguna nube clara lo sombreaba de vez en cuando pero ni amenaza de agua. Así que cogimos el coche, este año con un nuevo miembro en la familia, subimos el Puerto y comenzamos a bajar. El paisaje era maravilloso, verde sobre verde donde mirara, los arroyos arrastraban el agua caída en las sierras durante la noche de Nochevieja e incluso las ruinas de Baelo desembocaban mucha agua por sus calles.

Pero lo mejor estaba por llegar. Hubiera merecido la pena coger un vuelo desde cualquier parte del mundo simplemente por ver cómo la naturaleza se mostraba ante todos los que allí estábamos.

El mar peleaba contra sí mismo, en una batalla sin cuartel, sin vencedores ni vencidos; las olas eran sus instrumentos de guerra, la arena el castillo a conquistar, nosotros los testigos, la espuma el resultado. Cerrábamos los ojos para oír el esplendoroso batir de una ola contra otra, en esa cruenta lucha, y cuando los abríamos, una pugnaba contra la siguiente en altura y majestuosidad. Así una y otra vez, sin tregua ni cuartel. La soldadesca la formaban miles de gotitas de agua en suspensión que creaban un universo nebuloso a nuestro alrededor, cuasi irreal, pero envolvente. Incansables, quizás la lucha dure aún a estas horas de la madrugada.

Ojalá tenga la suerte de vivir muchas batallas como esas, aunque no caigan en Uno de Enero, serán inolvidables.